¿Es España un país tan desigual?

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

MARTINA MISER

Los informes de organismos internacionales sobre la situación española levantan ampollas

07 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La oenegé Oxfam Intermón lo advertía en su último y muy reciente informe Una economía al servicio del 1 %, presentado coincidiendo con la pasada cumbre de Davos. La desigualdad extrema se está convirtiendo en la enfermedad del siglo XXI, y España ha salido de la crisis como el país de la OCDE (el club de los más desarrollados del planeta) en el que más ha crecido la brecha entre quienes más y menos tienen, solo por detrás de Chipre. Sirva como termómetro comparativo, que dicha desigualdad ha crecido aquí casi diez veces más que la media europea y catorce veces más que en Grecia, a pesar de los rescates y ajustes sufridos.

Que el 1 % de la población concentre casi tanta riqueza como el 80 % más pobre o que 2,3 millones de españoles (el 5 % más rico) posean un patrimonio superior al de otros 42 millones ejemplifica la profundidad de la brecha en el nivel de ingresos, que «se ha disparado» desde el inicio de la crisis, según la oenegé.

Tan impactantes conclusiones han levantado ampollas y también discrepancias. Una semana más tarde que Oxfam, el director del Instituto Juan de Mariana, el economista Juan Rallo, publicaba otro estudio, elaborado junto a Ignacio Moncada, en el que analizaba el mismo fenómeno y llegaba a resultados diferentes. Bajo el título genérico de La desigualdad en España: mitos y realidades, el documento se preguntaba si realmente nuestro país es uno de los más desiguales de Europa, y su diagnóstico es que «una lectura pormenorizada y rigurosa de las evidencias nos indica que España se halla entre las sociedades con menos desigualdad del mundo».

El «diablo» de la metodología

¿Cómo es posible que analizando una misma realidad los resultados sean tan dispares? La respuesta la da el dicho de que el diablo está en los detalles. En este caso, en la metodología.

El documento de Rallo pivota sobre tres conceptos de desigualdad que -sostiene- «habitualmente se mezclan y confunden»: la diferencia de la riqueza, la de la renta y la del consumo. Atendiendo a ellos, concluye que España es uno de los países de Europa con menor desigualdad en la riqueza y en el consumo, además de un país con una disparidad de la renta intermedia en el contexto europeo, si tenemos en cuenta el valor de los alquileres imputados y la movilidad social».

Entre las críticas que hace el Instituto Juan de Mariana están que cuando se afirma que España es uno de los países con mayor desigualdad en la riqueza se omite que cerca del 80 % de los hogares tienen su vivienda en propiedad y «el patrimonio inmobiliario es el componente de más peso de la riqueza en España».

Al respecto, subraya que la mayor parte de los indicadores que se publican sobre distribución de la renta «omiten» componentes «muy significativos» como los alquileres atribuibles a la vivienda en propiedad o los servicios públicos de salud y educación. «Si se tienen en cuenta estas rentas en especie omitidas, la desigualdad de la renta en España se reduce en al menos una quinta parte y nuestro país se aleja de ser uno de los más desiguales en renta», añaden, insistiendo en que es el desempleo, y no las abultadas rentas del capital y la diferencia salarial, la causa principal de la brecha en las rentas. Para atajarlo proponen «una liberalización profunda del mercado laboral».

La responsable de Justicia Fiscal de Oxfam Intermón, Susana Ruiz, defiende el informe, en el que se empleó la metodología de Credit Suisse, y explica que compara los datos de concentración de riqueza y de ingresos por separado, utilizando fuentes diferentes, y que «para la inmensa mayoría de los estudiosos del tema, los resultados son indiscutibles».

Lo «inaceptable» de los datos

«Lo inaceptable no son los datos, sino lo que nos muestran. La realidad que destapamos resulta muy incómoda», añade Ruiz. La misma conclusión se extrae de la polémica surgida en el 2014 a raíz del informe de Cáritas en el que concluía que España era el segundo país de la UE con mayor índice de pobreza infantil, solamente superado por Rumanía. Entonces el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, criticó públicamente los datos, asegurando que «no se corresponden con la realidad» porque solo se basaban en «mediciones estadísticas».

Visibilizar la desigualdad escuece. Pero, pese a las polémicas, se multiplican los estudios de organismos internacionales que ponen el foco sobre el problema y le sacan los colores a España. Otro ejemplo: en uno de sus últimos documentos, la OCDE concluía que el paro, la supresión de ayudas y la subida fiscal habían disparado la brecha, que está en niveles récord desde que hay registros, hace treinta años.

«Al final podemos discutir si es un cáncer de huesos o cerebral o si tiene o no metástasis. Pero lo que no es es un catarro», resume Xosé Cuns, miembro de la red de lucha contra la pobreza y autor del blog No me pidan calma. «Discutamos sobre los síntomas, pero es bueno hablar de la desigualdad, que es la enfermedad, porque la solución es política».