«Ya no nos estiramos nada; olvídate de comer fuera el fin de semana»

ECONOMÍA

César Delgado

El ganadero Javier Hernández asegura que son los gastos de la propia granja los que más pesan. Ya solo en piensos «se van la mitad de los ingresos»

31 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La cuesta de enero cogió con el paso cambiado a Javier Rodríguez, que tiene una explotación vacuna de 130 cabezas en Teixeiro (Curtis). «Me pilló con el precio de la leche muy bajo y con poca producción», dice. Él fue uno de los productores de la zona a los que Leite Río dejó de recoger. Ante ello, se tuvo que buscar otro cliente, pero «lo que gano -agrega Rodríguez- no me cubre los costes de producción».

Por suerte para él, acaba de cobrar «un porcentaje de la PAC» que va a ser su salvavidas por un tiempo, aunque, «desgraciadamente, durará solo una temporada». Eso y una herencia recién ingresada a raíz de «una desgraciada pérdida» le han salvado la cuesta de enero.

Pero el desaliento se viene larvando desde hace tiempo. «En casa ya no nos estiramos nada; olvídate de hacer algún viaje o de comer fuera el fin de semana. Como mucho, nos hacemos unos bocadillos y nos los vamos a comer por ahí», resume Rodríguez.

A su cargo, dos hijos que estudian la carrera en Santiago. «La mayor ya es autónoma, pero al niño le tenemos que pagar los gastos, el piso...». En la granja cuenta además con un empleado «al que, lógicamente, hay que pagar». Si cerrase, «se quedarían en la calle dos familias».

Un enfriador de leche

Pero son los gastos de la propia granja los que más pesan. Ya solo en piensos «se van la mitad de los ingresos que entran. Y hubo un mes que pagué 9.000 de piensos y cobré 12.000 de leche», recuerda.

Por eso son fundamentales las medidas de ahorro. «A nivel doméstico prescindimos de todo lo posible y tenemos los gastos reducidos al mínimo. Como en el supermercado -afirma-, donde compramos ofertas, lo más económico. Es tremendo, porque movemos un montón de dinero. A lo mejor, 20.000 euros al mes, pero entran por un lado y salen por otro».

Los esfuerzos ahorradores se destinan también a la granja. En el tanque de leche, «que consume mucha electricidad», ha metido un enfriador de placas en el que el producto, en vez de estar a 36 grados, «está a 17 y se ahorra bastante energía», pues pagaba 600 euros al mes de electricidad, «y ahora, unos 400».

Y al motor de la sala de ordeño le ha colocado un variador de velocidad, que se activa en función del consumo del momento. Con esto se ha ahorrado «alrededor de 100 euros al mes».

«La gente dice que recibimos subvenciones. Ojalá no cobráramos ayudas de ningún tipo, porque significaría que nos pagan bien la leche», expone.