Draghi invita a otra ronda

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

RALPH ORLOWSKI | Reuters

Amplía hasta marzo del 2017 las compras masivas de deuda, en las que incluirá bonos de ayuntamientos y regiones, y eleva al 0,3 % la penalización a la banca por dejar el dinero quieto

04 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Media Europa nada en deudas, el paro que no baja, la inflación que no sube, la banca que no acaba de despertar, y la economía, de resultas, que no despega. Y la política fiscal -la de los estímulos a través del gasto público-, desaparecida en combate. Hasta en los países que disponen de margen para aplicarla, como Alemania.

¿Qué nos queda? La política monetaria. Draghi lo sabe. Por eso ayer hizo lo que debía. Aunque, esta vez, se quedó corto, a juzgar por la respuesta de los mercados. Para abrir boca, decidió apretarle algo más las tuercas a la banca para que de una buena vez abra el grifo y deje correr el crédito. A saber: a partir de ahora les cobrará un 0,3 % por dejar el dinero ocioso en la caja del BCE en lugar de destinarlo a su fin natural: el préstamo. Con esta maniobra, Draghi mata también otro pájaro: no puede adquirir bonos que estén por debajo de la facilidad de depósito -así es como se le llama en la jerga financiera a ese tipo de interés-, y no hay que olvidar que muchos países están cobrando por financiarse.

Pero eso no es todo. Además, el guardián del euro ha decidido ampliar la duración de su multimillonario programa de compras masivas de deuda. Caducaba en septiembre del 2016. Ahora llegará hasta marzo del año siguiente. Era esta una medida más o menos cantada. Ya dijo Draghi en marzo pasado, cuando activó su plan, que si las cosas no marchaban como él quería -esto es, si la inflación no alzaba el vuelo-, habría que extender su duración.

Hay más. Hasta el momento, en la cesta de la compra del BCE había, sobre todo, bonos emitidos por los Estados del euro y algo de papel emitido por empresas. Ahora, la autoridad monetaria amplía el abanico a los bonos locales (de ayuntamientos) y regionales. Toda una señora novedad. Lo que no ha hecho Draghi -de ahí la decepción de muchos- es elevar la cuantía del plan. Seguirá gastándose 60.000 millones de euros al mes en estos menesteres. Aunque es verdad que durante más tiempo. Pero, algunos analistas pensaban que elevaría esa cifra hasta los 75.000. Erraron el tiro.

¿Qué es lo que pretende Draghi?

Ni más ni menos que insuflar vida en la mortecina recuperación de la eurozona. Estados Unidos hace ya tiempo que recuperó los niveles de PIB anteriores a la crisis, pero a este lado del Atlántico las cosas todavía están lejos de volver a donde estaban antes de lo de Lehman. Allí el paro prácticamente no existe (está en el 5 %), mientras que aquí todavía anda por las nubes.

Comprando bonos a mansalva, Draghi consigue que sus precios suban y sus rentabilidades -que se mueven justo en el sentido contrario- bajen. Todavía más, porque ya andan en terreno de mínimos históricos. ¿Para qué? Para que los inversores pierdan el apetito por la deuda pública y coloquen su dinero en inversiones más rentables y relacionadas con la economía real. En el caso de los bancos, los que más deuda pública acumulan, lo que persigue el guardián del euro es que dejen de comprar bonos. En resumidas cuentas, que hagan de bancos y destinen ese dinero a prestárselo a pymes y a familias.

No acaba ahí la cosa. Porque con sus multimillonarias compras lo que está haciendo el BCE es inyectar dinero (euros) en el mercado a manos llenas. Así debilita la cotización de la moneda única. Esa depreciación proporciona atractivo a las exportaciones europeas. Las hace más baratas y competitivas. Otra manera de azuzar la recuperación.

La medida también supone un estímulo para el consumo. Y de su mano debería llegar la subida de la inflación. Esa que en noviembre estaba en el 0,1 % y que el BCE está empeñado en llevar a donde debería estar según su objetivo fundacional -y casi existencial-: muy próxima, pero por debajo del 2%, algo que no sucede desde hace más de dos años y que Fráncfort es incapaz de corregir.

¿Por qué, entonces, no convence a los mercados?

Porque esperaban más. El italiano no ha llegado tan lejos como ellos habían imaginado. Soñaban con que se gastase mucho más dinero del que se gasta ahora. El Ibex bajó ayer un 2,41 %, su mayor caída en dos meses y medio, y la prima de riesgo subió a 108 puntos.