Mathias Müller toma las riendas de Volkswagen, que califica el caso de «escándalo moral» y se lava las manos, achacando el monumental engaño a un puñado de directivos
26 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El defenestrado Martin Winterkorn, presidente de Volkswagen hasta el pasado miércoles, ya tiene sustituto. El jefe de Porsche, Mathias Müller -favorito en todas las quinielas-, será quien pilote desde ahora la multinacional. Difícil tarea la que le espera: desenmarañar la trama del trucaje de las emisiones, intentar que la dentellada de la peor crisis de la historia de la compañía no deje una herida demasiado profunda en sus cuentas y limpiar la imagen de la multinacional, ahora por los suelos. Por no hablar de que habrá de lidiar también con la avalancha de demandas que se le avecinan al fabricante y con las sanciones millonarias que, a buen seguro, tendrá que abonar. Para ir abriendo boca ya tienen reservados en el cajón 6.500 millones para multas. Casi nada.
Müller lo tiene claro. «La prioridad es recuperar la confianza. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para conseguirlo», proclamó ayer, minutos después de que el consejo de supervisión de la compañía oficializara su nombramiento. «Bajo mi liderazgo, Volkswagen hará todo lo posible para desarrollar e instaurar las más estrictas medidas de control y buenas prácticas de la industria», se comprometió el flamante presidente de la multinacional, quien garantizó también que no «dejará piedra sin remover» hasta aclarar el escándalo que ha colocado contra las cuerdas al gigante de la automoción.
Una crisis sin precedentes que en las altas esferas de la multinacional califican de «escándalo moral y político» y que achacan a los desmanes de «un pequeño grupo de empleados», en palabras de Bernd Osterloh, miembro del consejo de supervisión de la firma, en representación de los trabajadores. De hecho, ya ha iniciado la «supensión inmediata» de varios de esos trabajadores. Balones fuera.
Müller, de 62 años y hombre de la casa, consigue así lo que no logró hace ahora cinco meses, a pesar de los esfuerzos del patriarca de la multinacional y entonces presidente del consejo de supervisión, Ferdinand Piëch: hacerse con las riendas del fabricante alemán. Piëch intentó entonces acabar con Winterkorn. Pero, le salió el tiro por la culata -calculó mal sus apoyos en el consejo- y el que acabó saliendo por la puerta fue él.
La diferencia es que, en abril, Müller se habría hecho con el volante de un Fórmula 1. Hoy, la situación es otra. Conduce un vehículo con el motor gripado.
Con todo, el nombramiento de Müller no fue el único cambio que se aprobó ayer en la planta noble del cuartel general de Volskwagen en Wolfsburg. Y hay uno que afecta de lleno a España: el italiano Luca de Meo será el nuevo presidente de Seat. Tomará el testigo de manos de Jürgen Stackmann, que hace las maletas y vuelve a Alemania como vicepresidente de ventas, márketing y posventa de la marca Volkswagen. Nacido en 1967 en Milán, De Meo procede de Audi, donde es responsable de ventas y márketing y miembro del consejo de administración desde 2012. El relevo no se hará efectivo hasta el 1 de noviembre.
Sorprende, y mucho, que hayan decidido mantener en su puesto a Michael Horn, presidente y consejero delegado del grupo en Estados Unidos, el epicentro del escándalo.