Estampida inversora en China

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Ciudadanos chinos observan preocupados las caídas que reflejan las pantallas.
Ciudadanos chinos observan preocupados las caídas que reflejan las pantallas. STR | AFP

El descalabro de las bolsas del gigante amarillo se extiende por el sudeste asiático

09 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las bolsas chinas no encuentran el suelo. Siguen cayendo a plomo. Solo ayer, la de Shanghái, la más grande del país, sufrió un roto del 5,9 %, la mayor caída desde el 2007; y la de Shenzhen, la segunda en importancia, del 2,9 %. La avalancha de ventas fue tal, que más de la mitad de las 2.800 empresas que cotizan en ambos mercados no pudieron cruzar ninguna operación. Y otros cientos tuvieron graves dificultades para hacerlo. A las 1.300 que han sido suspendidas de cotización por el regulador para evitar males mayores, hubo que sumar las que agotaron el límite máximo de caída permitido para un solo día: 10 %. Los inversores tenían tantas ganas de deshacerse de las acciones que acabaron rompiendo el mercado.

¿Por qué se han venido abajo las cotizaciones?

Básicamente porque el año pasado subieron como la espuma. Tanto que, en muchos casos, doblaron, y hasta triplicaron, su valor. Y todo lo que sube, acaba bajando, reza una máxima bursátil. Sobre todo, si lo hace sin una base sólida, sin datos reales que respalden la galopada, habría que añadir. No es más que una burbuja que ha empezado a perder aire. A marchas forzadas. Y que corre peligro de explotar. Como antes lo hicieron otras. Toda una amenaza para la economía mundial.

Y, ¿por qué subieron tanto?

Fundamentalmente porque el Gobierno chino se empeñó en que sus ciudadanos invirtieran en bolsa. Hasta hace bien poco, los medios estatales hablaban del mercado de valores como el lugar en el que cualquiera puede cumplir sus sueños. Atraídos por esa promesa, muchos cayeron en una red de la que ahora no pueden salir.

Y lo peor es que para poder comprar acciones se endeudaron. Las compraron a crédito. Y como el valor de sus carteras se ha desplomado, tienen que aportar más garantías para respaldar esos préstamos. Eso, o vender los títulos. Lo normal es que no puedan poner sobre la mesa más prendas -de tenerlas, no habrían pedido dinero prestado-, por lo que acaban deshaciéndose de los títulos. A toda prisa. Alimentado con su ventas el fuego en el que arden sus yuanes.

¿Seguirán cayendo?

Sí. O eso por lo menos es lo que dicen los analistas. Recuerdan que, pese al varapalo de estas últimas semanas, la Bolsa China todavía está sobrevalorada. Y advierten también de que el hecho de que sean los pequeños inversores -con el agua al cuello- los que están provocando la caída complica sobremanera las cosas. No es fácil contener el pánico en personas que no están acostumbradas a lidiar con el mercado. Y en China hay 90 millones de ciudadanos que tienen dinero invertido en bolsa. La mayoría, particulares.

Las pérdidas acumuladas en menos de un mes superan los 3,5 billones de dólares (algo más de 3,1 billones de euros).

Pero expertos, como los de Bank of America Merril Lynch ,creen que esto es solo el principio de algo mucho peor. «El efecto dominó de esta dura corrección todavía no se ha manifestado. Prevemos que el crecimiento económico se ralentice, que caigan los beneficios de las multinacionales y que aumente el riesgo de una crisis financiera», afirma la entidad estadounidense en un agorero análisis. «El problema es que todos van en la misma dirección», apuntan otros analistas. «No será fácil detener la estampida», auguran.