La incertidumbre sobre el desenlace de la crisis helena eleva la tensión en la deuda, con la prima de riesgo por encima de los 170 puntos básicos
17 jun 2015 . Actualizado a las 08:03 h.Nadie sabe cómo demonios acabará lo de Grecia.
Entre los analistas, los hay convencidos de que la sangre no llegará al río. Al final, dicen, habrá acuerdo. Lo contrario, mantienen, sería una de las mayores torpezas que hayan cometido nunca los líderes europeos. Y eso que hay dónde elegir. Es más, no aciertan a comprender cómo es posible que todavía no se hayan puesto de acuerdo. Parece, dicen, que ninguna de las partes es consciente de la gravedad de la crisis. Los acreedores, recuerdan, han rebajado sus pretensiones, y los griegos cargan sobre sus hombros multitud de sacrificios que merecen ser tenidos en consideración.
Pero, los hay también -muchos- que no las tienen todas consigo. Y en ese bando, las apuestas van desde el impago total o parcial hasta una salida helena del euro controlada o, incluso, por las bravas. Si cualquiera de esas cosas llegara a ocurrir el corralito y la expulsión de Grecia de los mercados están aseguradas. Como también lo está la desconfianza en la capacidad de la eurozona para mantener en pie sus estructuras.
Lo que nadie discute es que estamos otra vez al borde mismo del abismo. Esa zona en la que, con el agua al cuello, Europa suele alcanzar soluciones hasta entonces impensables. Habrá que ver si la historia se repite o, esta vez, será diferente.
Y, mientras unos y otros se tiran los trastos a la cabeza -los griegos que se niegan a pasar por el aro de nuevas reformas y los acreedores empecinados en acabar con el desequilibrio de las cuentas helenas en un tiempo récord-, los mercados han comenzado a impacientarse. Allí las aguas ya no bajan tan mansas. Andan los ánimos más que soliviantados.
Basta echar un vistazo a las primas de riesgo de la periferia para hacerse una idea. La española, sin ir más lejos, pasó ayer de los 170 puntos, su nivel más alto en un año, con el interés del bono a diez años instalado en el 2,5 %. Hace menos de un mes el rendimiento que le exigían los inversores a estos títulos para confiarles su dinero rondaba el 1,7 % y la prima de riesgo se movía en el entorno de los 110 puntos. Y en marzo, cuando el BCE puso a funcionar la máquina de imprimir dinero, llegó a caer a 90.
Ayer, además, el Tesoro tuvo que elevar los intereses para colocar en el mercado 4.000 millones de euros en letras a seis y doce meses, cuando, en la subasta anterior había llegado a cobrar a los inversores por prestarle dinero a seis meses. Pero, el Gobierno insiste en que, pase lo que pase, España no corre riesgo de contagio alguno. Lo repitió ayer mismo el ministro de Economía, Luis de Guindos.
Los nervios fueron también más que evidentes en las bolsas, aunque los descensos no llegaron al estrépito. En casa, el principal indicador, el Ibex 35, llegó a caer un 1,68 % en los momentos más complicados de la jornada, retrocediendo hasta los niveles más bajos de los últimos cuatro meses, para recuperar después terreno en el tramo final de la sesión y acabar el día con un avance del 0,27 %. .