Adolfo Domínguez, la arruga ya no es tan bella

raquel iglesias OURENSE / LA VOZ

ECONOMÍA

benito ordoñez

La firma, que alcanzó su momento cumbre hace apenas diez años, se enfrenta ahora a la crisis más grave de su historia

17 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Adolfo Domínguez está en el punto de mira. Y no precisamente porque la moda se rinda a sus pies. La empresa ha planteado un expediente de regulación de empleo que afectará a 144 trabajadores de la planta ourensana, emplazada en el polígono de San Cibrao. Lejos parecen aquellos años en los que el modisto hacía historia con su lema «la arruga es bella» y un nuevo concepto a la hora de vestir se abría paso. En el 2003 llegó a afirmar que ya eran el triple de grandes que cuando salieron a Bolsa y que su intención era abrir tiendas deportivas, de muebles y de ropa infantil. La acción de la empresa está ahora por debajo de los 5 euros cuando llegó a superar los 50 en el 2007. Por capitalización, apenas vale hoy 41 millones. La crisis también puede con los más grandes.

Eso en el parqué. En el terreno laboral, después del ERE del 2012 se recurre a la misma fórmula para intentar capear el temporal. Eso sí, esta vez serán casi 150 familias las que se verán en la encrucijada en una ciudad ya suficientemente castigada por el paro. Las cifras hablan por sí solas: Adolfo Domínguez cerró 140 puntos de venta en 4 años (con el coste añadido que eso supone) y ya se temía que eso no acababa ahí.

Según el cristal con el que se mire, surgen distintas explicaciones de lo que pudo ocurrir para llegar a esta situación. La firma asegura que los despidos llegan por la necesidad de adaptarse a unas circunstancias de mercado muy exigentes que le obligan a introducir cambios en la gestión y la organización de los recursos para impulsar el negocio y su rentabilidad futura. Los trabajadores lo ven de forma distinta. Creen que se trata de una firma a medio camino entre el bajo coste y el lujo, con unos precios que ya no convencen y que hereda errores graves de gestión. Se remontan al bum del textil, cuando Adolfo Domínguez vivió por encima de sus posibilidades y comenzó a abrir tiendas «sin ton ni son». Las que daban pérdidas ya han cerrado, y el descenso de las ventas tiene mucho que ver con esta medida, si bien hay motivos añadidos detrás.

Un problema de dimensión

Fuentes conocedoras del negocio señalan que el problema de la compañía es que está sobredimensionada en su red y en su plantilla. Explican que el expediente de regulación de empleo que se ejecutó hace ya tres años debería haber sido más radical para cortar el problema de raíz. Si se compara con otras empresas del sector similares, con la facturación actual se concluye que era necesario ese ajuste.

Otro motivo que apuntan quienes conocen la firma: la expansión internacional. Fue una ventaja y, a la vez, un problema. Es decir, que si no se buscaran mercados fuera, España se agotaba por sus problemas de caída de consumo; si decidían lanzarse a la aventura, resultaba demasiado caro. Si la decisión fuera ahorrar y probar en Europa, surgirían los mismos problemas que aquí por la caída del consumo.

También ha podido influir la salida de un socio estable como eran las cajas, ahora Abanca. La entidad vendió su participación en la empresa (un 5 %) a una sociedad de inversión, Indumenta Pueri. La familia fundadora tiene ahora el 30 % del capital.

Sea como sea, Adolfo Domínguez se enfrenta a la crisis más grave de su historia con la intención de no dañar su imagen. Por eso se muestra dispuesta a llegar a un acuerdo con los sindicatos y buscar el consenso para que los empleados despedidos se vayan en las mejores condiciones posibles. En la primera reunión de negociación se les ofreció una indemnización de 25 días por año trabajado, hasta 14 meses.