La compañía, que vive de la venta del crudo del país africano, tiene sedes en Hong Kong, Singapur -en donde se auditó la compra de Rodman-, y en el mismo corazón de Manhattan, en un edificio adquirido a JP Morgan frente a Wall Street. A día de hoy está activa en África, Iberoamérica y el Sudeste asiático.
¿Cómo llegó el enigmático Sam Pa a convertirse en la cabeza visible -que no dueño- de un imperio de dimensiones desconocidas? Las pistas se pierden en los múltiples apodos que le atribuye un informe del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Sam Pa, Sampa, Samo, Sam King, Sa Muxu, Xu Songhua, Xu Jinghua, Ghui Ka Leung serían, según este documento oficial, el mismo hombre al que Washington ha sancionado hipotecando todos los bienes del grupo en EE.?UU. por socavar la democracia en Zimbabue y por su proximidad al régimen de Mugabe, al que habría prestado apoyo logístico y financiero. «Entre otras acciones, Sam Pa ha dado más de un millón de dólares, así como suministros y equipo, a altos funcionarios del gobierno de Zimbabue», dice la sanción (Treasury Sanctions Persons for Role in Undermining Zimbabwean Democracy) del 17 de abril del 2014.