«En la India, la pobreza tiene nombre de mujer»

ECONOMÍA

La Fundación Vicente Ferrer maneja un presupuesto que supera los treinta y cinco millones de euros y trabaja con más de 3.200 pueblos. Su objetivo son siempre los más desfavorecidos, con un lugar especial para las mujeres

27 ene 2015 . Actualizado a las 05:07 h.

Casi de casualidad conoció al hombre de su vida, que sería también quien se la cambiaría. Anna Ferrer (Inglaterra, 1947) estudió periodismo, pero desde que conoció a Vicente en los años 60 abandonó la profesión para dedicarse a los necesitados. Ahora, ya sin él, continúa con su labor a través de la presidencia de la Fundación Vicente Ferrer y marca su estrategia. -¿Cuántas personas colaboran en sus proyectos en Anantapur? -En la India trabajamos 2.837 personas, el 99 % es personal local. También hay un grupo de unas 30 personas voluntarias y cooperantes españoles que participan activamente en nuestros proyectos, sobre todo profesores de idiomas, médicos, personal de enfermería, una arquitecta. Actualmente, contamos con 132.375 personas colaboradoras. -¿La financiación de la Fundación es solo por cuotas? -Casi un 90% de nuestra financiación procede de donantes privados. Alrededor de un 9% corresponde a subvenciones públicas. El resto es cubierto por patrocinios o ventas de nuestros productos de Colaboración Activa. -¿Con qué presupuesto trabajan anualmente? -Nuestro presupuesto fue el año pasado de 36,3 millones de euros. -¿Qué proyectos tienen en marcha? -Trabajamos en las zonas más pobres de Andhra Pradesh, al sureste de la India. La Fundación Vicente Ferrer desarrolla proyectos en cinco sectores: Mujeres, personas con discapacidad, hábitat, ecología y educación. Luchamos por mejorar las condiciones de vida de la población más desfavorecida: la que no tiene acceso a la salud, a la educación o a una vivienda. Es importante resaltar que trabajamos con la población local. Por ejemplo, si financiamos la construcción de una vivienda, un pozo, un panel solar para favorecer el riego por goteo, el beneficiario participa activamente. También nos ocupamos de que todos los niños y niñas de las aldeas estén escolarizados, que sea una realidad, especialmente los colectivos más vulnerables: las personas con discapacidad física e intelectual. Por último, las mujeres en la India rural son víctimas de tradiciones ancestrales. Nacer mujer en la India es una decepción para muchas familias del campo que deben trabajar toda la vida para poder pagar la dote al entregarla a un matrimonio pactado. En el país, la pobreza tiene rostro de mujer y, por lo tanto, la prosperidad también depende de ella; de su liderazgo y de su empoderamiento. Por eso, promovemos con especial interés proyectos de emprendeduría para ellas a través de más de 7.000 asociaciones de mujeres repartidas por las aldeas. -¿A cuántas personas ayudan? -Trabajamos en 3.235 pueblos y llegamos ya a 2,7 millones de personas en la India. Nuestros destinatarios son comunidades excluidas por razón de casta, los dalit, y poblaciones tribales. En la India rural pertenecer a una casta u otra determina tus posibilidades. - ¿Cómo es su día a día? -Transcurre escuchando a la gente de Anantapur. Recibo a unas 15 personas por día. Tengo reuniones con los responsables de los proyectos para compartir necesidades y llegar hasta más gente manteniendo los criterios de calidad que exigió Vicente. Aquí todo es urgente, las necesidades son muchas. Parte de mi trabajo transcurre también en las aldeas en las que trabajamos y visito los tres hospitales de la Fundación Vicente Ferrer en Bathalapalli, Kaliandur y Kadiri y las 16 clínicas rurales.