Los mercados ponen de nuevo el foco en el sur de Europa

ECONOMÍA

La suspensión temporal de la financiación del FMI hasta que Grecia no resuelva su futuro político constituye una advertencia de los mercados a la nueva izquierda que propone el fin de la austeridad y el impago de una parte de la deuda

04 ene 2015 . Actualizado a las 18:15 h.

Las inminentes elecciones griegas dan como favorita en las encuestas a Syriza, bautizada ya en los medios españoles como el Podemos heleno. Su receta de expulsar a los acreedores de la troika y de amenazar con el impago de la deuda ha desencadenado ya la primera reacción del FMI, que ha suspendido la financiación del nuevo tramo del rescate de forma provisional. El temor de los mercados ha sacudido a la Eurozona, pero el paso dado por la institución internacional supone toda una declaración de intenciones en el sur de Europa. Sobre todo para España, donde la formación liderada por Pablo Iglesias parece crecer a la velocidad con la que sube el corcho de una botella de champán. Ni la situación de Italia ni la de Portugal son nada alentadoras, especialmente en el segundo caso.

Aunque las situaciones del estado español y heleno en términos macroeconómicos no son equiparables (nivel de deuda sobre PIB y comercio exterior), lo ocurrido en Grecia responde a la reacción social de un país donde tras cuatro años de rescate y de intervención de la troika no solo no se observan mejoras sino que se perciben retrocesos a nivel social. Y algo similar sucede en Portugal, después del escándalo que ha sacudido al ex primer ministro socialista, José Sócrates, en prisión provisional por sospechas de fraude y de corrupción. El paro ha mejorado, pero sigue alto. Y sobre todo se percibe un empobrecimiento generalizado por la enorme bolsa de precariedad laboral. Hasta un millón de trabajadores. Mientras, los recibos no han parado de subir. La luz, el gas y las telecomunicaciones son de las más caras de Europa.

En España, pese a la tímida mejora de algunas variables, la reacción social a la creciente pobreza y la mayor desigualdad social ha cristalizado en el advenimiento de una fuerza como Podemos, al igual que ha sucedido en Grecia con Syriza.

Italia vive marcada por una lenta recuperación y por un desempleo récord: el paro supera el 13 %, lo que significa que más de 3,4 millones de personas no tienen trabajo.

Sin margen

Los países del sur de Europa, atenazados bajo el paraguas del euro y sin instrumentos de política monetaria diferentes a la estrategia dictada por Merkel, encarnan a la perfección la contradicción entre capitalismo y democracia. Y cómo el poder político elegido por los ciudadanos carece de influencia para reorientar la estrategia económica. El surgimiento de fuerzas con amplio respaldo social y que pueden dar un vuelco a esta situación han desatado la histeria de los mercados y, sobre todo, la aparición de chantajes desde instituciones como el FMI que tratan de reorientar el voto. El libro de Antón Costas y Xosé Carlos Arias, La torre de la arrogancia, insiste sobre esta tesis. La política ha perdido su autonomía para determinar el gobierno de la economía y la búsqueda del bienestar social y ha quedado subordinada a la hegemonía de los mercados.

Grecia es ahora el más vivo ejemplo de este viejo dilema entre democracia y capitalismo. Pero España tiene todos los números para ser la siguiente en protagonizar otro episodio del miedo.

En el ojo de los mercados

España. España puede pagar sin tensiones de liquidez su abultada deuda, que asciende a 1,01 billones de euros y supone el 94.06 % del PIB. Grecia precisa tener abierta de forma permanente una línea de crédito y está intervenida por la troika, es decir, el FMI, el BCE y la Comisión Europea.

Italia. El caso italiano está marcado por una lenta recuperación y por la inestabilidad política. El programa de reformas de Matteo Renzi no ha convencido a los mercados internacionales ni a Alemania, que asegura que son insuficientes. El nivel de paro supera el 13 %, casi la mitad que en España.

Grecia. El plan de ajuste al que se ha sometido al país para su rescate con el objetivo de enderezar su maltrecha situación financiera ha disparado los niveles de desigualdad. Hasta una cuarta parte de la población vive en la pobreza. Y el país vive ahora el dilema entre lo que decidan sus acreedores o lo que quieran sus ciudadanos.

Portugal. Tras cuatro años de intervención, el país se ha empobrecido a pasos agigantados. Miles de pensionistas viven con poco más de 200 euros y solo en el 2013 emigraron 120.000 personas. Por primera vez, ya hay más muertes que nacimientos.