El francés Jean Tirole gana el Nobel de Economía

La Voz EFE

ECONOMÍA

STRINGER / FRANCE | Reuters

La Academia sueca ha valorado sus análisis del poder de los mercados. «Los economistas tenemos que vender mejor nuestro trabajo», afirmó el premiado

14 oct 2014 . Actualizado a las 08:02 h.

El economista francés Jean Tirole ha ganado el Nobel de Economía 2014 por sus análisis del poder de los mercados y su regulación, anunció hoy la Real Academia de las Ciencias Sueca.

En su argumentación, el jurado destaca que Tirole, uno de los economistas más influyentes en estos momentos, ha arrojado luz sobre cómo se regulan los distintos sectores económicos dominados por pocas empresas, y sobre la capacidad de los gobiernos para fomentar la competencia.

Según sus análisis, muchos sectores industriales están dominados por un pequeño número de grandes empresas o por un monopolio; si no se regulan, esos mercados producen «efectos socialmente indeseables», como precios más elevados que los costes o compañías poco productivas que sobreviven bloqueando la entrada de nuevos competidores.

Desde mediados de los años ochenta, Tirole «ha insuflado nueva vida en la investigación de esos fallos de mercado», afirma la Academia Sueca.

Sus análisis de compañías dominantes han generado una teoría unificada con gran influencia en cuestiones políticas clave, como el papel que deben desempeñar los gobiernos a la hora de «abordar las fusiones o cárteles» o al regular los monopolios.

Antes de sus estudios, señala el jurado, investigadores y políticos buscaban principios generales para todos los sectores, con reglas simples como la limitación de los precios de los monopolios o la prohibición de cooperación entre competidores.

Tirole demostró teóricamente que tales reglas pueden funcionar bien bajo determinadas condiciones, pero que en algunos casos pueden ser más dañinas que beneficiosas.

La fijación de precios máximos, por ejemplo, puede llevar a las empresas dominantes a reducir costes, algo bueno para la sociedad, pero también puede derivar en ganancias excesivas, algo negativo, recoge el jurado.

La cooperación entre empresas para fijar precios suele ser perjudicial, pero cuando se da en torno a las patentes puede ser beneficiosa; la fusión de una empresa con uno de sus proveedores puede fomentar la innovación, pero también puede distorsionar la competencia, añade.

El investigador francés ha defendido así la necesidad de adaptar las políticas a cada sector de la economía y ha analizado en diversos artículos y libros esas políticas sectoriales dirigidas a ámbitos diversos, desde las telecomunicaciones a la banca.

Según la Academia Sueca, a partir de sus planteamientos los gobiernos pueden fomentar que las empresas sean más productivas y, al mismo tiempo, evitar que causen daños a los competidores o los consumidores.

Tirole, nacido en 1953 en Troyes, Francia, es ingeniero por la Escuela Nacional de Puentes y Caminos (1976) y la Politécnica (1974) y se doctoró en Economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (1981).

Este economista, vinculado actualmente a la Universidad de Toulouse I Capitole, ha sido galardonado, entre otros, con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento (2008), es caballero de la Legión de Honor (2007) y doctor honoris causa por la Universidad Libre de Bruselas (1989).

«Los economistas tenemos que vender mejor nuestro trabajo»

El economista francés Jean Tirole, Nobel de Economía 2014, afirmó hoy que el galardón debe servir para que los políticos escuchen más las recetas que se cuecen en universidades y escuelas, pero también hizo autocrítica al considerar que los investigadores no saben vender bien sus trabajos.

«La actual crisis estaba descrita en revistas especializadas antes de que sucediera. Muchas otras crisis estaban documentadas. Pero los economistas no están en el primer plano», afirmó el investigador, de 61 años, premiado por la Academia sueca por sus análisis del poder de los mercados y su regulación.

«Intimidado» por un premio para el que desde hace años era favorito y algo incómodo ante las numerosas preguntas de los periodistas en una rueda de prensa en Toulouse (sur), Tirole afirmó que ni es un político ni pretende serlo, reivindicó la independencia de los investigadores y afirmó que no existen las recetas milagrosas.

El economista aseguró que la actual crisis se gestó en el periodo de bonanza, cuando «los poderes públicos bajan la guardia para no romper el crecimiento o el acceso generalizado a la propiedad».

«Luego hay que pagar los platos rotos, hay que mejorar la regulación. Yo creo que es necesaria más Europa, por ejemplo, es importante la unión bancaria para que los Estados no influyan demasiado en la regulación de sus bancos», indicó.

La pedagogía económica, a la que se dedica desde hace años, es uno de los déficit de la sociedad actual, según Tirole, que apuesta por acercar los conocimientos a la sociedad.

«No hay que desconfiar de los mercados, hay que saber regularlos bien», afirmó el economista, formado en Boston pero que decidió instalarse en Toulouse en los años noventa.

Sabedor del mal momento económico que atraviesa su país, Tirole apostó por «seguir haciendo proposiciones» desde el mundo académico, aunque puntualizó que «ser ministro de Economía es algo muy complicado» y que «hay que dejar a los políticos hacer su trabajo».

«En Francia son necesarias importantes reformas para conservar nuestro modelo social, manteniendo el empleo y sin dejar como herencia una gran deuda. Tenemos que trabajar en ello», insistió.

Rodeado de colegas y alumnos de la Escuela de Economía de Toulouse, emocionado cuando se encontró con su mujer, Tirole compareció ante los periodistas visiblemente intimidado, fiel a su imagen de hombre apartado de la primera línea mediática.

«Estoy muy emocionado, todavía no he puesto el pie en el suelo desde que me han llamado de Estocolmo. Es algo extraordinario lo que me está pasando, no ocurre todos los días, uno no está preparado para esto», aseguró el profesor, que rindió homenaje al «trabajo colectivo» que le ha permitido ganar el Nobel.

Pese a que su nombre sonaba desde hace años para el prestigioso galardón, a Tirole le sorprendió trabajando en sus labores habituales en Toulouse, donde decidió instalarse tras años de formación y enseñanza en Estados Unidos.

Concentrado en sus tareas, relató, había puesto su móvil en vibración, por lo que los responsables de la Academia sueca tuvieron que insistir «dos o tres veces» antes de que el economista descolgara.

«He visto que era una llamada de Suecia y eso me ha sorprendido. Una vez que me lo han anunciado he tardado media hora en darme cuenta y poder llamar a mi esposa Nathalie y mi madre», indicó.