El incierto futuro de San José

G. Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Las entidades acreedoras negocian el canje de deuda por capital del grupo gallego

20 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La compra de la inmobiliaria vallisoletana Parquesol y su posterior salida a Bolsa, que le obligaron a suscribir en el 2009 un préstamo sindicado de más de dos mil millones de euros (entre préstamos, descuento comercial, confirming, avales y líneas de financiación adicional) para refinanciar la deuda contraída en esa operación, es un bocado que todavía se le indigesta a San José. El grupo gallego de construcción y servicios mantiene desde hace meses un tira y afloja con la banca para refinanciar su pasivo, después de haber dejado de pagar, con la anuencia de sus acreedores, 173 millones de intereses y principal de la deuda, como reconoce en el documento de notas explicativas que acompaña a los resultados semestrales.

Entre enero y junio, la firma limó un 24 % sus números rojos respecto al mismo período del año anterior, aunque sus pérdidas superaron los 34 millones de euros, con una caída de los ingresos del 16,4 % que la dirección del grupo atribuye al negocio de concesiones en Chile. En este escenario, y con la deuda financiera estabilizada en los 1.630 millones, la principal incertidumbre que pesa sobre el grupo gallego es su capacidad para cerrar un acuerdo que despeje su situación financiera a la vuelta del verano.

Desde la empresa dan por hecho que la negociación, actualmente en stand by por la canícula, concluirá «en breve» y le permitirá reforzar su capacidad financiera, como hace constar en el último informe financiero remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Pero, tras meses de tira y afloja en los que siempre se ha aludido a la inminencia del acuerdo, desde la banca no son tan concretos a la hora de poner plazo y se limitan a señalar que el objetivo es cerrar un acuerdo antes de final de año.

Canje de deuda

De momento, explican estas fuentes, todas las opciones siguen sobre la mesa, aunque desde un principio distintas voces del pool acreedor advirtieron de la posibilidad de que la banca entre en el capital de la empresa en un canje de deuda por acciones, ya que ven poco viable que el grupo consiga generar los ingresos suficientes para hacer frente a sus obligaciones financieras.

No sería esta, sin embargo, la fórmula que más convence a la dirección de San José, que siempre según fuentes financieras, planteó un canje de deuda por activos inmobiliarios para salvaguardar la división constructora, el núcleo de su negocio. Unos activos que, remarcan, se pusieron en su día como garantía del pasivo y lo cubrirían de forma íntegra. Y es que, según la última tasación encargada por la compañía, el valor bruto de los activos de su división inmobiliaria ascendería a 1.712 millones, principalmente terrenos y solares (44 %) e inversiones inmobiliarias (32 %).

Pero esta participación no acaba de convencer a la banca, que no se resigna a desgajar la parte más rentable de la empresa. No en vano, la división constructora aporta un 76 % de los ingresos del grupo, genera el 43 % de su resultado bruto de explotación (ebitda), epígrafe donde sufre la menor caída de todas las ramas del grupo, un 22,8 %, frente al desplome del 63,4 % de la división inmobiliaria.

En este tira y afloja se enmarca la entrada de fondos buitre (distressed en jerga políticamente correcta) que han adquirido la deuda que hasta ahora ostentaban Santander y Barclays con un jugoso descuento, según informó El Confidencial, que atribuye esta salida a la oposición de estas entidades a entrar en el capital y tener que gestionar San José, replicando experiencias pasadas no solo en el sector inmobiliario, sino en otras grandes empresas como Pescanova. En todo caso, esta salida -que podría no ser la única- no afectaría al proceso de refinanciación, que se verá también favorecido por los últimos cambios normativos, que relajan los porcentajes de acuerdo necesario entre los acreedores para tomar una determinación sobre el proceso. Aunque, de momento, ningún escenario está descartado.

Caída en Bolsa

De momento, los inversores parecen acoger con desconfianza las últimas noticias sobre el grupo, que ayer se dejaba un 2,22 % en Bolsa, dando un último cambio a 0,88 euros, una cotización a años luz de los 12,86 a los que se lanzó al parqué en julio del 2009, en pleno tsunami del ladrillo, con lo que el valor en Bolsa de la firma ronda ahora los 57,2 millones de euros.

En este contexto de incertidumbre, la empresa exhibe como principal garantía de estabilidad una cartera de obra de 2.955 millones, muy diversificada tanto por divisiones (fundamentalmente concesiones y construcción, pero con proyectos en el campo de la energía) como geográficamente, reduciendo hasta el 30 % la dependencia del mercado nacional.