Altos impuestos y baja recaudación: la paradoja fiscal española

D. Valera / Colpisa

ECONOMÍA

La diferencia entre los tipos impositivos nominales y los efectivos y el gran volumen de la economía sumergida y el fraude parecen estar detrás de los bajos ingresos fiscales

21 jun 2014 . Actualizado a las 21:41 h.

¿Son altos los impuestos en España? Sobre el papel la respuesta sería afirmativa, pero la realidad dice lo contrario. España tiene uno de los tipos fiscales más elevados de la Unión Europea, sin embargo, su recaudación es inferior a la media comunitaria. Esta paradoja fiscal responde a varias peculiaridades del modelo. Por un lado, una enorme diferencia entre los tipos impositivos nominales y los efectivos, pero también al gran volumen de economía sumergida y el fraude, superiores a los existentes en los países del entorno. Todo ello tiene importantes consecuencias para las arcas del Estado y son una de las principales críticas que los expertos realizan al sistema tributario español. A pesar de que en Europa existe una cierta confluencia en los tipos impositivos hay algunas diferencias significativas. En lo que se refiere al IRPF, España tiene actualmente el quinto tipo marginal máximo más alto (52 %) -que puede incrementarse todavía más debido al tramo autonómico- para rentas de más de 300.000 euros. Solo es superado por Suecia (56,6 %), Dinamarca (55,6 %), Bélgica (53,7 %) y Portugal (53 %), según datos de Eurostat de 2013. «Es evidente que tipos por encima del 50 % no parecen muy lógicos», asegura Valentín Pich, presidente del Consejo General de Economistas REAF, para quien esos porcentajes pueden resultar confiscatorios. Por su parte, la media de la UE en este impuesto se sitúa en el 38,7 %. Es decir, incluso con la rebaja prevista en la reforma anunciada este viernes para reducir el tipo máximo marginal hasta el 45 % en 2016, el gravamen seguiría muy por encima de la media comunitaria, aunque por debajo de países como Francia (50,2 %) o Alemania (47,5 %). Sin embargo, pese a tener uno de los tipos máximos más altos la realidad es que el sistema fiscal español recauda por debajo de la media europea.

De hecho, España se sitúa en el puesto 16 de la UE en cuanto a los ingresos fiscales por IRPF, ya que apenas suponen el 10,1 % del PIB. Esto son tres puntos menos que la media comunitaria (13 %). El país que consigue más ingresos en función del PIB, según datos de Eurostat, es Dinamarca (30,2 %), seguido de Suecia (18,4 %) y Bélgica (16,4 %), casualmente los tres países con un tipo de gravamen más alto. Es decir, en estos casos sí que existe correspondencia entre el marginal máximo y la recaudación. Pero ¿por qué en España no existe equivalencia? Los expertos advierten de que esa paradoja es fruto de la brecha existente entre los tipos nominales de los impuestos y los tipos medios y efectivos. Una diferencia basada en las numerosas bonificaciones y deducciones impositivas. Esto hace que, por ejemplo, pese a que las rentas del trabajo de 150.000 euros tengan un tipo nominal del 49 % en realidad su tipo medio sobre rendimiento neto sea del 36,88 %. De hecho, según anunció el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, uno de los objetivos de la reforma fiscal es reducir esa diferencia. «Es necesario simplificar los impuestos. Hay un marasmo normativo por todos los cambios aprobados en los últimos años», insiste Pich en referencia a las numerosas deducciones existentes. Algo similar ocurre con en el tipo general del Impuesto de Sociedades del 30 %, el quinto más alto de la UE. Solo es superado por el existente en Francia (36,1 %), Malta (35 %), Bélgica (34 %) y Portugal (31,5 %). La reforma fiscal lo rebajará hasta el 25 % frente a una media comunitaria del 23 %. «Los tipos nominales altos desincentivan la inversión», recuerda Pich. Sin embargo, el tipo efectivo de media que pagan las grandes empresas es del 10 % debido a las numerosas deducciones y bonificaciones. Sin embargo, en algunos casos esta cifra puede reducirse bastante más. De hecho, la comisión de expertos ya pedía suprimir la mayor parte de estas exenciones a cambio de rebajar el tipo nominal.

Y es que la tendencia en Europa, sobre todo desde la crisis, es reducir estos impuestos directos más progresivos y aumentar los indirectos como el IVA. Esta es la receta que tanto desde la Comisión Europea, el FMI o el propio Banco de España se pide constantemente. Aunque ahora el Gobierno solo parece dispuesto a hacer caso a la primera parte de las recomendaciones, -la reducción de los impuestos directos- visto con perspectiva la situación es más elocuente. Así, el IVA ha pasado de un tipo general del 16 % en 2009 al 21 % en 2012. Estas subidas han equiparado el impuesto con la media europea (21,3 %). Pero los incrementos también han afectado al tipo reducido, que ha pasado de un 7 % a un 10 %. Solo se ha salvado el superreducido (4 %) que grava los productos básicos. Los organismos internacionales insisten en eliminación. De hecho, además de en España, este tipo superreducido solo existe en Francia (2,1%), Irlanda (4,8%), Italia (4%) y Luxemburgo (3%)

En cuanto a los impuestos medioambientales, que en España están cedidos en gran parte a las comunidades autónomas, la recaudación también es muy reducida. En concreto, en 2010 apenas representaron el 5,2 % de los ingresos fiscales, siendo el tercer país de la UE con un porcentaje tan bajo. Solo Bélgica (4,7 %) y Francia (4,2 %) tienen unos datos peores. La media comunitaria se encuentra en el 6,2 %.

Fraude fiscal

Sin embargo, la baja recaudación no solo depende de la existencia de deducciones. Desde los sindicatos achacan esa paradoja fiscal a tres motivos: el fraude fiscal, la elusión fiscal y la propia situación económica con la caída del consumo por el elevado paro. Carlos Bravo, responsable de Protección Social y Política Pública de CC. OO., pide al Gobierno más medios para luchar contra el fraude fiscal. Diversos estudios estiman que en España la economía sumergida representa alrededor de un 22 % del PIB. Para lograr que aflore, Bravo apuesta por «reforzar la plantilla de la Agencia Tributaria en un 50 %». Esto supondría pasar de los 27.000 trabajadores actuales a 40.000. Una opinión también compartida por el sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha). Estos profesionales denuncian que en España hay un trabajador de la Agencia Tributaria por cada 1.958 habitantes, frente a los 942 de Francia y los 740 de Alemania.