Francia reabre la guerra del déficit público en Bruselas

Adolfo Lorente BRUSELAS / COLPISA

ECONOMÍA

La izquierda francesa salió a la calle este fin de semana para pedir el fin de la austeridad.
La izquierda francesa salió a la calle este fin de semana para pedir el fin de la austeridad. Pierre andrieu < / span>Afp< / span>

Solo un vuelco en las europeas le daría el oxígeno que ahora le niega la Comisión

14 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El déficit público vuelve a escena. Cuando las aguas de la economía en la UE reposan con una calma inusitada, el eterno debate de la austeridad ha recobrado su abrumador protagonismo de antaño de la mano del nuevo Gobierno francés liderado por Manuel Valls. «En los próximas días aclararemos nuestra trayectoria presupuestaria. Hay conversaciones con Bruselas», recalcó hace escasos días el flamante primer ministro. Lo hizo, eso sí, tras lanzar un medido guiño a la Comisión Europea al admitir que «no hay más alternativa que reducirlo [el déficit] porque la credibilidad de Francia está en juego». Algo así como «sí, cumpliré, pero necesito más tiempo».

Una baza que quiere jugar la maltrecha izquierda francesa sin, de momento, haber encontrado apoyos. Todo lo contrario. El portazo ha sido sonoro. No, no y no. «El déficit pactado se cumple, no se debate», recalcan fuentes comunitarias.

La batalla no ha hecho más que comenzar y en ella Francia puede tener aliados de peso como Italia, con un Mateo Renzi que acaba de tomar las riendas de un país en evidente crisis. Roma, sin embargo, ha optado por adular a Bruselas y evitar una confrontación pública. Se ha comprometido con el déficit aunque a buen seguro que Renzi, un encantador de serpientes, buscará la complicidad de la Comisión para lograr cierto margen fiscal.

También está el factor España, alumno aventajado en austeridad y ojito derecho de Berlín. Jamás dirá en público que los objetivos de déficit deben ser modificados, pero el reto que el país tiene de cara a los próximos ejercicios es de aúpa y cualquier décima de colchón que pueda pescarse en un río revuelto sería más que bienvenida.

Cambios en la cúpula de la UE

El momento es propicio. Europa atraviesa una fase de extraña transición con unas elecciones a la vuelta de la esquina que pueden deparar cambios de enjundia en la cúpula de la UE. Empezando, sin ir más lejos, por la propia Comisión, donde el socialista alemán Martin Schulz tiene opciones de alcanzar la presidencia. Un candidato, actual presidente de la Eurocámara, que el miércoles se mostró a favor de hallar puntos de entendimiento con París en su nueva cruzada contra el déficit. Pero, por si Francia albergaba dudas, el candidato de los populares europeos, Jean-Claude Juncker, fue explícito: no habrá más oxígeno para Valls. Que cumpla.

«Ya se ha beneficiado de dos prórrogas y no hay motivos para una tercera. Lo que debe hacer el nuevo Gobierno es emprender reformas y ganar en competitividad, como han hecho países como España», recalcó el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn. La casualidad quiso que lo dijera desde Atenas, símbolo de la mano de hierro de la troika.

El comisario, reunido con los ministros de Finanzas del euro y el presidente del BCE, encajó sin inmutarse las primeras andanadas de Hollande y Valls en contra de la austeridad. Quizá porque era sabedor de que no es un verso suelto. Tanto el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, como el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, coincidieron en recalcar que las reglas del juego son iguales para todos, también para la segunda potencia europea. «Me remito a lo que Olli Rehn ya ha dicho. Francia conoce sus obligaciones y sabe que ya se le han concedido dos prórrogas», zanjó Schäuble.

Dos años de regalo

La renovada hoja de ruta trazada por Bruselas data de mayo del 2013, cuando la Comisión aceptó regalar dos años más de plazo a Francia (hasta el 2015), España (2016) y Polonia (2014) para bajar su déficit público del 3 % del PIB. A Holanda, Portugal y Eslovenia se les dio un ejercicio más. En el caso francés, Bruselas acordó que «debía alcanzar un objetivo de déficit global del 3,9 % en el 2013, del 3,6 % en el 2014 y del 2,8 % en el 2015». Debía, porque el pasado ejercicio lo acaba de cerrar en un 4,3 %. Primer incumplimiento.

Para alcanzar ese 2,8 %, París debe recortar aún 30.000 millones de euros en apenas 20 meses y tras haber recibido un sonoro batacazo en las urnas. Francia duplica el PIB de España (un billón), de ahí que cada décima de déficit se traduzca en 20.000 millones. Dicho a la alemana: París cerró el 2013 gastando 90.000 millones más de lo que ingresó, mientras que en Berlín ya acarician el déficit cero.

Pero Francia, que jamás aceptará que le digan lo que debe hacer, no se va a dar por vencida. Y por si alguien lo dudaba, el nombramiento como ministro de Economía del proteccionista Arnaud Montebourg, azote de la Comisión, augura meses interesantes en una Europa a merced del veredicto de las urnas.

El nuevo Gobierno de Valls debe recortar aún 30.000 millones en dos años