Un aliado en Bruselas, clave para buscar una solución a las preferentes

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

08 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Juan Carlos Escotet, presidente del grupo venezolano Banesco y en la práctica nuevo dueño de Novagalicia Banco, tiene encima de su mesa un problema que le arde: los preferentistas. Principalmente, aquellos que no tienen un perfil de inversor profesional. Pensaba resolver este asunto en un horizonte de 90 días, pero las cosas se han complicado. Cambios de responsables en Bruselas puede ser uno de los factores de la ralentización de las decisiones (incluido el visto bueno al plan de negocio), como también un compromiso decidido del FROB para presionar en Europa. Tener un aliado que conozca los vericuetos sobre cómo se toman las decisiones europeas puede ser la clave del éxito.

la vista atrás

La dureza de Bruselas. Un total de 75.266 clientes tenían preferentes o subordinadas de NCG, de los que 39.327 recuperaron el 100 % de la inversión a través de acuerdos judiciales o por el arbitraje. Este fue un sistema peleado por el que había sido presidente de la institución José María Castellano, y que al final le fue aceptado. Y copiado como solución en otras instituciones a las que también se inyectó dinero público, como por ejemplo el caso de Bankia. La solución llevó meses y para esta y otras cuestiones Castellano y su equipo contaron con el apoyo de Bain.

Ayuda externa

¿Quién es Bain? Bain, que tiene en su cúpula a un ex consejero delegado de un banco belga, fue la compañía que acompañó a la anterior cúpula de Novagalicia a resolver cada uno de los problemas que se presentaban. La negociación de cualquier problema con Bruselas es muy complicada y difícil, y la primera intención de los tecnócratas europeos era liquidar Novagalicia. Ir a pecho descubierto sin conocer los vericuetos de la Administración comunitaria hace más difícil el logro de cualquier objetivo.

El visto bueno

Europa tiene la última palabra. El FROB no está negociando con Bruselas una solución a las preferentes. Sin embargo, son las autoridades europeas las que tienen la última palabra a cualquier cambio en la hoja de ruta pactada tras la inyección de dinero público. La solución que se alcance debe valer para todos los bancos europeos.