Tambores de guerra en las «telecos»

j. a. bravo MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Vodafone y Orange han de mover ficha y dudan entre acelerar la compra de ONO y Jazztel o endurecer la batalla legal contra Telefónica

23 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Fusión. Es la palabra de moda en el sector de las telecomunicaciones y por varios motivos. El primero porque la ya conocida oferta Movistar Fusión que Telefónica lanzó en octubre del 2012 ha hecho pupa a sus principales competidores, fundamentalmente en la banda ancha, y les ha obligado a presentar ofertas similares. La segunda razón es que el deseado baile de operaciones corporativas en el Viejo Continente, perseguido por la Comisión Europea y deseado por los gigantes estadounidenses del sector que ven cómo su mercado se les queda pequeño, puede tener un anticipo en España. No será, por lo que parece, un musical en toda regla, pero sí una pieza bastante movida e incluso armónica.

Si el negocio del cable en España fuera un puzle, cualquier profesional tendría claro qué dos piezas cambiar de lugar para que se viera mejor el dibujo final. Los dos principales operadores seudonacionales (pues sus socios más significativos son fondos de capital riesgo sin más bandera que la mayor rentabilidad) de la banda ancha, ONO y Jazztel, pasarían a ser matrimonio formal de Vodafone y Orange, respectivamente.

El problema es que la primera ya tiene más novias y la segunda, una pareja de conveniencia. Por ONO pujan, aunque aún no de forma oficial, la citada operadora británica y Liberty Global, el mayor operador de cable de EE.?UU. Ambos aspirantes, además, han cerrado en los últimos meses operaciones parecidas (también dentro de la banda ancha) tras la adquisición de la alemana Kabel y la inglesa Cable & Wireless, de un lado, y la holandesa Ziggo, de otro. Pero el consejo de ONO es ambicioso. Consciente de lo cotizadas que están las firmas del cable, quiere forzar la máquina e insiste en una ampliación de capital simultánea a su salto a Bolsa.

Con ello recortaría una deuda superior a los 3.300 millones y lograría refinanciarse para eventuales aventuras.

No parece ir de farol en ello, pero en ONO cuentan con que Vodafone termine estirando su propuesta extraoficial de casi 7.000 millones hasta el entorno incluso de los 8.500.

Vodafone, doble estrategia

Una inversión quizá demasiado grande, a priori, máxime después de que la firma británica haya optado por otra estrategia paralela para crecer en el cable: lograr que Telefónica, como operador dominante en el negocio de la banda ancha fija, abra su red a terceros sin limitaciones. En realidad, su objetivo es doble: que les alquile su servicio de fibra óptica con velocidades de 50 y 100 megas y, a la vez, que se la fuerce a poner unos precios reales en sus ofertas convergentes añadidas.

Denuncia a Telefónica

Para ello, Vodafone la ha denunciado ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), pues fue su antecesor el que fijó un tope de 30 megas en la velocidad de banda ancha que debía ceder Telefónica. Y también a él le correspondería decidir si las tarifas bajas que esta ofrece en sus paquetes combinados de fijo, móvil y banda ancha no vulneran la competencia, al aprovecharse con su antiguo monopolio del retraso en el despliegue de las redes de sus rivales.

Orange comparte esas quejas, pero no quiere acudir a la CNMC. Sus responsables piensan que sería difícil obtener medidas cautelares y la resolución final tardaría varios años. Pero es que, además, entre las denunciadas por Vodafone aparece Jazztel (pareja de conveniencia de Telefónica), precisamente la novia preferida por la operadora francesa si tuviera que reaccionar ante una posible venta de ONO. Volvemos así a ese puzle donde las piezas, amén de encajar, tendrían un tamaño mayor. Porque Jazztel, como ONO, se deja querer por más pretendientes.