A esta falta de experiencia contribuye la escasez de oportunidades para realizar prácticas profesionales, ya que solo el 54 % de los estudiantes universitarios y el 66 % de los de formación profesional las realizaron durante su periodo académico.
Por último, el informe señala que el 29 % de los españoles no puede costearse la educación superior y que el 27 % no accede a ella por tener que trabajar.
En el documento se señala que estos problemas no son exclusivos de España, ya que los otros siete países analizados en el estudio comparten en general estas debilidades.
El 27 % de los empleadores de estos países, que suponen en conjunto el 75 % del paro juvenil europeo, aseguró haber dejado alguna vacante en nuevos puestos al no encontrar nadie bien preparado para ello.
Además el 44 % de los estudiantes opinó que la educación superior no le ayudó a encontrar un trabajo y el 30 % señaló que no pudo costeársela.
Para paliar esta situación los autores del informe abogan por la colaboración entre empresas, educadores, jóvenes e instituciones públicas.
Proponen que las empresas participen en el diseño de los planes de estudio para adaptarlos a las necesidades del mercado, que creen consorcios en su sector para detectar qué capacidades se necesitan y que aumenten las oportunidades de hacer prácticas.
A los educadores les instan a mejorar la orientación profesional y flexibilizar los itinerarios educativos, al tiempo que apuestan porque se facilite la financiación pública o privada de la educación superior.