Buscan vías ecológicas para evitar costra en el casco de los barcos

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

El consumo de gasoil de un buque invadido por la fauna y flora marina puede elevarse en un 40 % con respecto a otro con un casco limpio

08 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

¿Qué tienen en común la placa dental con la costra que se forma en el casco de los barcos? Las bacterias. Ambas están formadas por agrupaciones de bacterias que se comunican entre sí para formar un sustrato propicio para las infecciones, en un caso, y para la creación de un pequeño ecosistema de algas y moluscos, en otro. Ambas superficies deben ser limpiadas con periodicidad, solo que la operación en los buques es más compleja y costosa. Y existe un problema añadido para los armadores: la costra en el casco de las embarcaciones ofrece mayor resistencia al agua, lo que deriva en más gasto de combustible para el mismo recorrido. El consumo de gasoil de un barco invadido por la fauna y flora marina puede elevarse hasta en un 40 % con respecto a otro con un casco limpio.

El problema es de tal calibre que la UE ha destinado 7,5 millones para financiar un proyecto destinado a la búsqueda de nuevos recubrimientos antiincrustantes ecológicos para aplicar en barcos y otras estructuras marinas sujetas a la colonización biológica, incluidas boyas y redes. En este proyecto, que involucra a 18 equipos de investigación europeos y que está liderado por científicos noruegos, tiene un papel destacado el Grupo de Acuicultura Mariña e Biotecnoloxía de la Universidade de Santiago, encargado de atajar el problema en primera instancia: esto es, impedir que las bacterias se agrupen hasta formar un sustrato propicio para algas, mejillones, conchas y demás moluscos.

Pintura prohibida

«A todos los barcos, grandes o pequeños, se les adhieren en el casco algas y mejillones, lo que dificulta su desplazamiento», explica Ana María Otero, responsable del equipo gallego, que cuenta con varias patentes dirigidas a bloquear la comunicación entre bacterias para impedir su agrupación. La limpieza del casco se hacía hasta hace poco con una pintura especial, pero fue prohibida por su alta toxicidad. Así que ahora hay que lograr un efecto parecido de forma natural. Para ello, el equipo gallego trabaja con enzimas que evitan la comunicación bacteriana, pero también está probando moléculas marinas y microalgas, campo en el que han encontrado un compuesto natural que inhibe su crecimiento. El trabajo se orienta al recubrimiento de los barcos, pero sus aplicaciones van mucho más allá. La tecnología podría aplicarse a limpiar el verdín de las piscinas, el de las esculturas o la placa dental.