Adiós a la recesión, pero no a la crisis

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Rajoy proclamó esta semana, desde Estados Unidos, el fin de la recesión en España.
Rajoy proclamó esta semana, desde Estados Unidos, el fin de la recesión en España. ANDREW GOMBERT < / span>efe< / span>

Un país con el 26 % de paro está condenado a arrastrarse por la senda del crecimiento

29 sep 2013 . Actualizado a las 14:08 h.

«España ha salido de la recesión, pero no de la crisis». La frase es del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Lo proclamó en una entrevista publicada el martes en el Wall Street Journal. No hacía falta. Los ciudadanos lo saben mejor que nadie. Lo de que la recesión ha tocado a su fin puede que no. Aunque parece difícil que no se hayan enterado con lo mucho que se pavonean algunos dirigentes últimamente blandiendo datos cada vez que tienen la ocasión. Pero lo de que la crisis va para largo lo tienen claro. Más que el agua. Porque en sus bolsillos y en sus vidas no perciben, ni de lejos, los efectos de ninguno de todos esos indicadores a los que se agarran las autoridades, españolas y europeas, para proclamar -a media voz, los más prudentes- que hemos tocado fondo.

A estas alturas, nadie pone en duda -ni en el seno del Ejecutivo, ni en las mesas de los analistas de los principales servicios de estudios del país, incluido el Banco de España- que la economía española ha dicho ya adiós a la recesión. Y que cuando el INE haga pública, el próximo 30 de octubre, la evolución del producto interior bruto entre los meses de junio y septiembre se confirmará el fin de una racha para olvidar: nueve trimestres consecutivos sin rastro de crecimiento. La recesión más larga de la democracia.

España seguirá así la estela de otros países que ya han sacado la cabeza del agujero. Entre ellos, Irlanda, Francia, Portugal, Finlandia, Dinamarca y la República Checa. Y del conjunto de la eurozona, que, a lomos del tándem francoalemán, emergió del fango en el segundo trimestre.

La lacra del paro

Harina de otro costal es lo de dar carpetazo a la crisis. Desgraciadamente, esa tiene cuerda para rato. Porque, por mucho que el PIB salga del pantano de la recesión, la verdadera resurrección económica no llegará, entre otras cosas, hasta que los españoles empiecen a gastar más, los precios de la vivienda toquen fondo y la deuda exterior española se estabilice. Y, sobre todo, no será posible mientras no se acabe con la lacra del paro. Un país con casi seis millones de desempleados está condenado a arrastrarse por la senda del crecimiento. Así de sencillo. Y complicado de enderezar. Otro de los grandes problemas a los que se enfrenta el país está en las pymes, asfixiadas porque el grifo del crédito sigue funcionando a cuentagotas. Y eso que de las arcas del Banco Central Europeo mana dinero fácil y barato para las entidades financieras. Y así seguirá siendo si es necesario. O eso, por lo menos, fue lo que anunció Draghi el lunes, en plena resaca de las elecciones alemanas.

Esa sequía se agrava sobremanera en países como España, donde una pequeña o media empresa con cierta solvencia debe pagar un 70 % más que una alemana solo por el hecho de tener su sede en uno u otro país.

Pero eso no es todo. Además de que falta mucho trecho que andar para salir de la crisis, existen riesgos, y no pocos, que pueden acabar dando al traste con la recuperación.

Riesgos externos

Para empezar, la pujanza de las exportaciones que tanto menciona el Ejecutivo puede tener los días contados. Su crecimiento (entre enero y julio aumentaron un 7 %) tiene mucho que ver con la reducción de costes vía empleos y salarios, y poco con el valor añadido. Para seguir, el déficit público está lejos de las metas prometidas (hasta agosto, el de la Administración general alcanzó el 4,62 % del PIB, casi un punto por encima del límite del 3,8 % comprometido con Bruselas para todo el año) y las medidas que se adopten para embridarlo lastrarán, sí o sí, el crecimiento. Y para finalizar, el país se enfrenta también a amenazas externas, como un posible rebrote de la crisis de deuda (Grecia sigue siendo un polvorín, y en Portugal no las tienen todas consigo: la primera necesita otro rescate seguro y la segunda es posible que también). Sin olvidar la pérdida de fuelle de los emergentes o el conflicto en Siria y sus efectos sobre el petróleo.

Recaída

Así que nadie se atreve a descartar que no se repita lo del 2011, cuando, después de haber conseguido levantar cabeza y crecer (poco, eso sí) durante varios trimestres, el PIB volvió a bajar los brazos. Y, hasta ahora.

El PIB del tercer trimestre pondrá final a más de dos años de deterioro económico

Existen muchos riesgos que pueden dar al traste con la recuperación