La crisis empuja a miles de hogares a pedir auxilio a familiares y amigos

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

La solidaridad ante la grave crisis contiene un estallido social mayor

21 jul 2013 . Actualizado a las 14:08 h.

Con relativa frecuencia, desde el extranjero suele plantearse la pregunta de cómo ante un nivel de deterioro económico tan alarmante, con miles y miles de ciudadanos en un pozo sin salida, en España no se produce un estallido social mayor. La respuesta está en algunos datos que ofrecen las estadísticas oficiales. En el tercer trimestre de este año, según el Instituto Galego de Estadística (IGE), el 9,86 % de los hogares gallegos admiten recibir ayuda económica de familiares y amigos. En porcentaje no parece una cifra alarmante. Pero si se calcula cuánto representa sobre el total, la lectura es otra. Casi cien mil hogares del poco más del millón existente dependen de la solidaridad de sus parientes o de otros allegados para hacer frente a las vicisitudes de la crisis.

Es decir, la familia y los amigos son en estos momentos en España, junto a las entidades benéficas, el otro Estado de Bienestar, una suerte de dique que, al menos por ahora, contiene una avalancha de ira mayor. Una realidad que tiene varias caras. Bien sea por la ayuda económica o material prestada, por esos jóvenes que prolongan más allá de los treinta la emancipación del hogar paterno o por esos desempleados de muchas edades que, sin ingresos o prestaciones, se ven obligados a regresar a casa de sus padres. Incluso con sus hijos.

Los jubilados como apoyo

Aquí juegan un papel determinante los llamados abuelos. Los datos de la EPA muestran que de los 370.000 hogares en los que hay pensionistas, es decir, no ocupados que perciben ingresos, en 69.000 vive un desempleado y en 24.000 hay dos o más parados. En resumen: en cien mil hogares de la comunidad gallega, el 10 % del total, hay un pensionista que está manteniendo a uno o más parados.

Con estos datos y si no mejora la realidad sociolaboral, lo que pueda ocurrir con el poder adquisitivo de las pensiones se antoja determinante para contener un mayor clima de conflictividad social. Si se toma como referencia España, también con datos de la EPA, se deduce que en un 38 % de los hogares del Estado vive al menos un parado. En 946.00 familias hay al menos un joven acogido, y en unas 200.000 viven más de dos.

Los datos que ofrece el IGE dan cuenta del empeoramiento propiciado por la crisis y de cómo hay cada vez más hogares que necesitan la ayuda de sus familiares y amigos. A comienzos del año 2010, ya iniciada la crisis, había en la comunidad 60.000 familias que tiraban de la solidaridad de parientes y amistades. En apenas tres años, la cifra ha subido en 40.000 más.

El recorte de los gastos de ocio, la decisión de abaratar la cesta de la compra con las marcas blancas o renunciar a la compra de ropa son algunas de las iniciativas de los hogares para ajustarse. Pero el IGE da cuenta también de otro dato estremecedor, actualizado a marzo del 2013: 61.000 familias gallegas admiten tener retrasos en el pago de recibos de obligado cumplimiento. La hipoteca, el alquiler, el agua o la luz.