El laberinto de filiales de Pescanova

N. Bore / C. Porteiro / S. Vázquez REDACCIÓN, BRUSELAS / LA VOZ

ECONOMÍA

De los 3.100 millones de deuda global del grupo, el 80 % corresponden a la matriz

24 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El complejo entramado societario de Pescanova, con un organigrama que cubre los cinco continentes, ha sido la clave para mantener fuera de la vista -y de cualquier control- unas cuentas que el 28 de febrero demostraron tener los pies de barro. Y es que aunque hasta el momento no han trascendido oficialmente las cifras del 2012, según las fuentes consultadas, la deuda global del grupo asciende a 3.100 millones de euros, es decir, el doble de lo que reconocía tener al cerrar el año.

De ellos, 2.800 millones se corresponden con préstamos, mientras que otros 300 se emitieron en bonos. El 80 % de la deuda global pertenece a la matriz, a Pescanova, que está a la espera de que el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Pontevedra se pronuncie sobre su solicitud de concurso voluntario de acreedores, mientras que otros 620 millones de euros (el 20 % restante) se reparte entre las subsidiarias.

Como ya ocurriera con los escándalos de la norteamericana Enron y la italiana Parmalat, todo apunta a que la multinacional que aún preside -aunque desde ayer en funciones- Manuel Fernández de Sousa ha usado el laberinto de sus filiales para llevar una doble contabilidad. Esto reviste especial gravedad en una empresa cotizada -ha atrapado a multitud de pequeños inversores-, supervisada por la CNMV y auditada, actualmente por BDO -pese a que Sousa la revocó- y por KPMG, encargada del análisis forense, es decir, de la búsqueda de pruebas de delito.

Según confirmaron fuentes de la empresa, Pescanova remitió ayer al juez que estudia el concurso la documentación adicional que este le había requerido la pasada semana y cuyo plazo vencía hoy. En lo que respecta a la banca acreedora, sigue valorando la reinstauración del steering committee, como Pescanova les pidió, para negociar. Las fuentes consultadas indicaron que, de constituirse finalmente, las 46 entidades acreedoras están de acuerdo en que NCG no debería estar en el comité ya que fue accionista hasta hace menos de dos años.

Por otra parte, el subdirector xeral de Pesca de la Xunta, Antonio Rodríguez, en la feria Seafood de Bruselas reconoció ayer que «la crisis de Pescanova va más allá de lo empresarial, puede convertirse en una crisis bancaria por los grandes créditos que se le han concedido».

En la Xunta existe el temor a que los bancos expuestos a las pérdidas de Pescanova cierren todavía más el grifo de la financiación a las empresas del sector. Rodríguez aseguró que lamenta la complicada situación en la que se encuentra la compañía: «Nos preocupa su futuro, no solo porque hay muchos trabajos en juego. También por lo que representa para Galicia y España. Pescanova ha sido siempre la empresa abanderada de la industria agroalimentaria en nuestro país».

La Xunta admite que no puede hacer nada para poder mitigar los posibles daños en el sector, ya que es «es un problema empresarial privado, aunque sí podemos fortalecer las ayudas a través del Igape y otros organismos para aliviar los efectos que pueda tener esta crisis», dijo.

Dimite de la CGAC

En otro frente, el presidente de Pescanova ha presentado ante la Consellería de Cultura su dimisión al frente del patronato del Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), que presidía desde febrero del año 2011. En una próxima reunión del patronato se formalizarán también las dimisiones de José Luis Méndez y Julio Fernández Gayoso, exresponsables de Caixa Galicia y Caixanova, respectivamente.

El complejo entramado societario ha sido clave para ocultar las cuentas