Caramelo, con pérdidas de 15 millones en un año, busca un socio inversor

Gabriel Lemos / Sofía Vázquez A CORUÑA / LA VOZ

ECONOMÍA

Aplicará un nuevo ERE dentro del concurso, tras prescindir de 237 empleados en el 2009

16 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Otra ficha más que se tambalea en el tablero empresarial gallego. La histórica textil coruñesa Caramelo solicitó ayer concurso voluntario de acreedores, después de que los últimos intentos por reanimar las ventas se hayan demostrado estériles en un contexto de brutal caída del consumo interno. Así se lo comunicó ayer al comité la dirección de la firma, que tiene como accionista mayoritario a la corporación Inveravante, el brazo inversor de Manuel Jove -que posee un 92,5 % del capital-. Durante la reunión no se concretaron las magnitudes del agujero que desangra a la compañía, pero sí se avanzó que la intención de la propiedad es aplicar un «profundo redimensionamiento» para mantener solo aquellas vías de negocio rentables.

Un objetivo que implicará, como primera derivada, la solicitud de un ERE que se concretará una vez que los juzgados de lo mercantil coruñeses admitan a trámite el concurso y se designe un administrador concursal. El ajuste de empleo que ayer ya se trasladó a los trabajadores se centrará en la red comercial. Se entiende que está sobredimensionada para el volumen de ventas actual, con 128 tiendas en España (entre propias, franquicias y córner en centros comerciales, a las que hay que sumar la presencia en 248 comercios multimarca).

Y, en paralelo, se producirá una fuerte disminución de la estructura central de la sede coruñesa, articulada en muchos de sus departamentos para dar soporte a esa red de ventas. Aunque no se avanzaron las cifras en las que se movería el ajuste de empleo, en la actualidad la textil tiene en nómina a 398 personas, 132 en la central.

No será el primer ajuste de empleo que sufre Caramelo, donde en el 2009 ya se aplicó un ERE que supuso la salida de 237 trabajadores, tras un proceso de negociación traumático que se demoró durante meses y en el que la empresa llegó a amagar con la presentación de un concurso de acreedores, aunque finalmente este no se materializó. Una situación que la dirección de la compañía desvincula de la actual, asegurando que las decisiones que se tomaron en su momento fueron las necesarias para mantener a flote la empresa y que ha sido la deriva de la firma en estos cuatro años la que ha hecho inevitable la presentación del concurso.

¿Y cuáles han sido estas circunstancias adversas? Fuentes cercanas a la empresa insisten en que no se trata de un problema financiero. Aunque Caramelo tiene una deuda muy elevada -superaría los 70 millones de euros- esta se pudo refinanciar antes de solicitar el concurso, por lo que la única finalidad del proceso judicial sería disminuir unas pérdidas que han aumentado como una bola de nieve en los últimos ejercicios. Pasaron de 11,4 millones en el 2011 a los más de 15 millones de agujero con los que cerró el 2012, solo en términos operativos, antes de contabilizar las operaciones financieras e impuestos.

Para revertir esta situación, la compañía anunció ayer que abre la puerta a la entrada de un socio que contribuya a paliar las pérdidas y mejorar la gestión. El factor decisivo fue una duracrisis económica que abocó al fracaso la aplicación del nuevo plan de negocio diseñado en el 2012 y que supuso una inyección adicional de capital superior a los 16 millones por parte de Jove. Este había fichado un nuevo equipo directivo, con Enrique Fernández del Riego al frente, para pilotar una nave que se quería reorientar hacia el mercado exterior, a la vista que la demanda interna era insuficiente para sostener la firma.

Deterioro adicional

Pero, en vez de mejorar los resultados, desde la empresa aseguran que las cifras del primer trimestre del año denotan un deterioro adicional que abocó al concurso.

Se entra, así, en una nueva fase de incertidumbre similar a la vivida hace cuatro años. Fue entonces cuando la Xunta, que ya había favorecido la entrada de Manuel Jove en el capital un año antes, lo instó a tomar la participación mayoritaria que hasta entonces mantenían los propietarios históricos, las familias Gestal y Caramelo, que habían gestionado la textil desde su fundación en 1969.