Galicia tiene sin construir parques eólicos autorizados por Fraga

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Hasta 800 megavatios, anteriores al actual concurso, están pendientes

14 abr 2013 . Actualizado a las 07:34 h.

La parálisis del sector eólico en Galicia tiene un reflejo en las graves trabas co que ahora se encuentra la Xunta para proseguir con la tramitación del actual concurso, promovido por el Ejecutivo de Feijoo y que tumbaba el controvertido proceso impulsado por el bipartito. Pero del frenazo a la actividad eólica da cuenta también otro dato: hasta 800 megavatios autorizados por Fraga antes del 2005, correspondientes a una veintena de parques, están todavía sin desarrollar. Es decir, las perspectivas son tan malas que ni siquiera las empresas adjudicatarias construyen parques anteriores al actual concurso.

Se trata de molinos, en su mayoría, autorizados por Fraga, anulados posteriormente por Quintana y recuperados después por Feijoo. De estos proyectos eólicos pendientes, el último en construirse fue el parque singular de Porto do Son y A Pobra do Caramiñal. Formalmente son municipales, pero gestionados de forma conjunta por un adjudicatario. Entró en funcionamiento en octubre del 2012 y tiene seis megavatios de potencia instalada.

Sin embargo, en este proyecto concurren algunas singularidades que lo hacen excepcionalmente rentable frente a otros. No está sujeto al canon eólico por el número de máquinas, tampoco lleva un plan industrial asociado -que requiere una enorme inversión con el grifo de la banca cerrado- al tratarse de un parque de titularidad municipal. Y tiene una eficiencia altísima, ya que puede producir durante 4.000 horas equivalentes por año, mientras que la media en Galicia -más alta que la del resto de España- es de 2.400 horas anuales.

Esto es lo que explica, en realidad, que haya entrado en funcionamiento un parque con la actual parálisis del sector. Un parón que es fruto de la confluencia de muchos factores, algunos de ellos ajenos a las competencias de la Xunta de Feijoo, que se desconocían cuando se diseñó el actual concurso, pero que han abocado al proceso al borde del precipicio.

Nueva fiscalidad y fin de las ayudas

A la nueva fiscalidad autonómica y estatal, que ha reducido la rentabilidad de los molinos, se suma ahora el fin de las ayudas a las renovables. Un escenario donde las empresas «ven imposible» que nadie se atreva a montar un parque. Otra cosa diferente, como se encarga de argumentar de forma reiterada el Gobierno gallego, es que la Xunta prosiga con la tortuosa tramitación administrativa del concurso, sin que eso tenga ningún impacto real en la producción industrial de esta actividad. La parálisis del sector tiene también un reflejo inequívoco en la salud de las empresas auxiliares, dedicadas a la fabricación de componentes, donde se vive un vertiginoso proceso de deslocalización. La reciente marcha de Alstom da buena cuenta de ello.

A estas alturas, en las empresas del sector eólico ya nadie tiene dudas de que las empresas adjudicatarias del último concurso serán incapaces de cumplir con los planes industriales que iban asociados a la concesión de potencia, lo que plantea la duda de si tendrá que revisarse el concurso. Máxime cuando la banca ha endurecido mucho las exigencias para financiar proyectos de este tipo.