La burbuja crece en el campo

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La nueva PAC, que primará a las granjas por su superficie, y el afán de los ganaderos por aumentar su base territorial para reducir costes disparan el precio del alquiler de fincas

07 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Mientras José Ojea observaba hace unos días cómo sus vacas pastaban en A Xesta, una parroquia ubicada en el este del concello de Lalín, comenzó a contar mentalmente cuántos propietarios tenían las fincas en las que comían sus reses. «Estaban pacendo en parcelas alugadas a nove tipos diferentes», relata con una risa entre socarrona y nerviosa. En esa parte de la comarca del Deza, una de las que junto con el área de Santa Comba, A Mariña, Vilalba u Ordes concentran la mayor parte de la cabaña láctea gallega, no se encuentran fincas grandes para arrendar. Menos para comprar, sobre todo «porque non están os tempos», como dice José. Solo se ven pequeñas manchas verdes coloreando un paisaje en el que los marcos delimitan áreas arboladas de pino o eucalipto.

A escasos kilómetros de su granja, al oeste, en Bermés, también concello de Lalín, tiene su explotación José Luis Méijome. Ahí las praderas son más extensas. Quizá porque «contra Vila de Cruces» la concentración de granjas lácteas es mucho mayor o porque hace unos años se llevó a cabo una parcelaria que derivó muchas de las fincas unidas entonces hacia el pastizal. Las explotaciones de José -65 cabezas de ganado y 326.000 kilos de cuota- y José Luis -76 cabezas con 440.000 kilos de producción- están ubicadas en territorios ordenados de un modo muy diferente, pero ambas tienen el mismo problema. Son dos de las once mil explotaciones lácteas gallegas que aumentaron su tamaño para poder ser competitivas comprando derechos de ordeño y que ahora buscan cómo aumentar su base territorial para liberarse de la esclavitud de la compra de pienso, pero no encuentran el modo.

Ni por A Xesta, donde pueden observarse muchas más áreas de tierra abandonada, ni por Bermés, Sello o Santiso, más explotadas, quedan fincas grandes. Tampoco las hay cerca. Además las tarifas de arrendamiento de las que tienen un mayor atractivo están por las nubes. En algunas parroquias de Lalín el coste por hectárea ha subido hasta un 40 % anual en los últimos meses, y se llegan a pagar unos 700 euros por hectárea al año. Y unas tarifas semejantes están alcanzando en Ordes, donde según ganaderos consultados, han llegado a pedir 800 euros por hectárea cuando en áreas de A Mariña lucense hay ganaderos que pagan unos 600 euros por cuatro hectáreas desde hace dos décadas.

La burbuja crece en el campo, pero sobre todo en las zonas en las que hay actividad. En cambio, en puntos del interior de Ourense o Lugo la cotización no es tan alta. ¿Por qué? Los terrenos, hasta muchos en los que se ha hecho la concentración parcelaria, están abandonados o son tan pequeños que a nadie le vale la pena arrendar. Los que tienen salida son los que disponen de varias hectáreas. «Coñezo uns gandeiros de Castro de Rei que miraron fincas na provincia da Coruña», explican fuentes del sector. Aunque no iría tan lejos, a José Luis no le importaría hacer lo mismo. «De ver que hai unha finca grande nun lugar que non estea moi lonxe, por A Golada, por poñer un exemplo bo, aínda pensas en alugar, pero todo é moi pequeno...», explica al mismo tiempo que José puntualiza que «un camión vaiche cobrar o mesmo por dous viaxes para traer o forraxe que por un día enteiro de traballo, entón o mellor é que sexa unha finca grande», apunta.

Y algo parecido pasa con las fincas que están en el Banco de Terras. «Cando hai unha que ten un tamañiño podes atopar como cinco ou seis peticións», explican desde la Consellería do Medio Rural e do Mar.

Aunque según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura en la Encuesta de Precios de la Tierra 2011 la hectárea de terreno dedicado a pastizal de secano cuesta en Galicia 5.363 euros, un valor de compra un 189 % mayor que la media de España, lo que ha hecho que estos se disparen más allá de las medias estadísticas es la urgencia de los ganaderos por cultivar sus propios forrajes como arma para ahorrar y el supuesto hecho de que las ayudas de la nueva política agraria común (PAC), en período de debate, van a ser concedidas según la superficie declarada de cada granja.

Echando mano de un informe publicado en febrero por el Ministerio de Agricultura, fuentes de Unións Agrarias dicen que el coste de alimentación de una granja tipo en la comunidad gallega, que aumentó un 6 % entre el segundo y el tercer trimestre del 2012, supuso en ese período el 54 % de los costes de producción de la leche. De ahí que los ganaderos deban lanzarse al cultivo del maíz o la hierba para tener negocios viables.

Mayor interés

Esa es la razón, corrobora el gerente del Banco de Terras, dependiente de la Consellería do Medio Rural e do Mar, Javier Blanco Carballal, de por qué ha aumentado tanto la demanda de tierra en Galicia. «Para rebaixar custos estase comprando cada vez menos herba en Castela e, polo tanto, o gandeiro precisa terra», indica.

De hecho, el número de solicitudes de terreno en el banco de tierras se triplicó en el 2012. «En novembro do 2011 contabilizábanse unhas 300 peticións ao ano e no 2012 superaron as mil», dice.

Pero lo que también ha incrementado la demanda es el afán por aumentar la superficie de las explotaciones con la idea de conseguir una mayor ayuda de la PAC. «Dende que empezaron os rumores, comezouse a especular coa terra», dice José Luis. Además en concellos como Mazaricos, apunta desde la delegación de Barbanza Xosé Ramón Alvite, durante las últimas semanas se han multiplicado las consultas para buscar fincas en el buscador de la Xunta. El caso es encontrarlas.