España contra el reino de la triple A

iñaki castro / Colpisa

ECONOMÍA

El norte acapara los últimos nombramientos de la zona euro a costa de la representación española

27 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«Dai-sel-blum», repetía Jean-Claude Juncker con su habitual tono jocoso durante la presentación de su sucesor al frente del Eurogrupo, el holandés Jeron Dijsselbloem. El primer ministro luxemburgués, que se expresa indistintamente en inglés, francés y alemán, enseñaba a pronunciar el apellido en un ambiente distendido que apenas se recordaba tras una reunión de los 17 ministros de Finanzas de la zona euro. Pese a que no faltaron las sonrisas gracias a la creciente calma en los mercados, España estaba para pocas bromas. El responsable de Economía, Luis de Guindos, impidió la designación por unanimidad de su homólogo de los Países Bajos ante la pérdida de influencia española en la cúpula de la UE.

La abstención de De Guindos supuso el segundo golpe en la mesa de España en solo unos meses. El ministro de Economía, que en las próximas semanas visitará a Dijsselbloem en Holanda, atribuyó el gesto a la «infrarrepresentación» española en las principales instituciones de la moneda única. El Gobierno de Rajoy ha competido abiertamente por dos de los tres puestos de envergadura que se han cubierto en el último año sin ningún resultado. De Guindos recordó que, pese a la dureza de la crisis, el gran argumento que se esgrime en Bruselas para justificar la pérdida de influencia de la cuarta economía del euro, España ha aportado la friolera de 25.000 millones para ayudar a levantar Grecia.

Solidaridad incontestable

La solidaridad española resulta incontestable, pero el resto de la moneda única también ha respondido arrimando el hombro con el rescate bancario. Más allá de las cifras, sin embargo, España se enfrenta a una tendencia cada vez más evidente en el seno del euro: el reinado de los socios distinguidos con la triple A. También conocidos como los virtuosos de las cuentas públicas, los Gobiernos bendecidos con la máxima nota de las agencias de rating conforman el sector norte del continente. Alemania, los Países Bajos, Finlandia o Luxemburgo han empezado a copar los principales puestos comunitarios a medida que ha avanzado la crisis. Aunque las decisiones siempre se toman de forma consensuada, su influencia queda asegurada para proseguir con los ajustes y reformas.

El primer movimiento del frente de la triple A se produjo el año pasado con la sustitución de José Manuel González Páramo, el consejero español del BCE. Hasta su relevo, existía una ley no escrita en el Eurobanco por la que las cuatro grandes economías del euro (Alemania, Francia, Italia y España) tenían garantizado un sillón en la ejecutiva, el órgano más poderoso. El Gobierno presentó como aspirante a Antonio Sainz de Vicuña, director del servicio jurídico del propio organismo. Las teorías son múltiples, pero el relevo se convirtió en una pieza más de un baile de cargos en el que se incluyeron la jefatura del Eurogrupo y la dirección del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el fondo de rescate comunitario. Ninguno de ellos ha acabado en manos españolas. Alemania se está saliendo con la suya en su empeño de limitar el poder del sur en la eurozona. Y eso que un italiano, Draghi, lleva las riendas del BCE. Pero llegó allí por una extraña carambola, no porque Merkel lo quisiera.