NCG tendrá la mitad de tamaño en el 2017 y operará solo en el noroeste

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez LA VOZ / REDACCIÓN

ECONOMÍA

No habrá más compras de bodegas en Oporto ni se celebrarán más consejos en Venecia

27 nov 2012 . Actualizado a las 12:57 h.

Cuando al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le estalló el problema de Bankia como una potente granada en sus manos, se vio forzado a pedir el rescate de la banca, para lo que se abrió una línea de hasta 100.000 millones que se inyectará en las entidades con necesidades de capital. NCG Banco está entre ellas. A cambio de su recapitalización tendrá que acometer un plan de radical ajuste que cada vez está más perfilado, aunque algunos flecos todavía podrían estar pactándose.

Lo que ya se sabe es que tiene ante sí la obligación de realizar un viacrucis a modo de dura penitencia por los excesos del pasado. Se acabaron operaciones especulativas como las compras de participaciones en grandes multinacionales con el único objetivo de que los dirigentes de las cajas tuviesen el gusto de estar sentados en sus consejos de administración; la adquisición de bodegas en Oporto que no daban más que dolores de cabeza y pérdidas; o la celebración de consejos ordinarios en Venecia en época de carnaval. Son esas algunas cosas que hicieron Caixanova y Caixa Galicia en el pasado.

Bruselas permite que NCG sobreviva con una inyección de capital público, pero no le pasará ni una sola tontería. Le exigirá un proceso de reestructuración potente para cinco años, para que en el 2017, tenga la mitad del tamaño que el actual. Es decir, moverá un volumen de activos de 37.000 millones de euros, frente a los 65.000 actuales. Se centrará en el negocio tradicional y centrado en Galicia, Asturias y León.

A partir de la inyección de capital, los gestores de las entidades financieras recapitalizadas tendrán que acatar un calendario estricto, estarán vigilados por los llamados hombres de negro, que son los que ya mandan. José María Castellano, presidente de NCG, y César González-Bueno, consejero delegado, tendrán que acatar todas sus recomendaciones -en la práctica son órdenes- hasta que las entidades sean capaces de devolver el dinero prestado. La hoja de ruta será durísima, con seguimiento trimestral sobre cierre de oficinas, desvinculación de trabajadores y generación de beneficio. Aun no ha trascendido si en Bruselas tendrán en cuenta la dispersión de la población en un lugar como Galicia para evitar la exclusión financiera.

La destrucción de empleo en todo el sector será brutal. También en la entidad gallega. Brutal sí, pero gradual, a cinco años. Es una de las cosas que reclaman los sindicatos. Ayer, CC.OO. remitió un comunicado a la plantilla de NCG para recordar que no hay una cifra de salidas ya aprobada, y que confían en que haya margen de negociación para evitar un severo recorte.

En esos 5 años pueden modificarse los objetivos teniendo en cuenta que puede procederse a la venta de un paquete de oficinas a otra entidad (afectaría principalmente a las de fuera del noroeste), la venta de Evo y el empleo que pueda dirigirse hacia la Sareb (el banco malo).

Novagalicia, que aporta entorno al 8 % del PIB gallego, será una de las dos entidades españolas (con Bankia) que no se subastarán. Seguirán como banco puente. Ambas tienen definido un plan de actuación para dar entrada a inversores privados en su capital. Castellano se comprometió con este proyecto cuando desembarcó. Queda por ver si una vez conocido el nuevo plan, consigue la entrada de fondos de inversión.