Salida del laberinto de las preferentes

J. Lado / S. Basterrechea / M. Sío REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

JOSE MANUEL CASAL

Recuperar el dinero atrapado es posible mediante denuncias en Consumo o por vía judicial

29 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

En España hay todavía 700.000 personas que tienen 7.500 millones de euros atrapados en las polémicas participaciones preferentes. La mayoría de los bancos han ofrecido canjes por acciones o depósitos, pero las entidades que han recibido dinero del Estado tenían las manos atadas hasta que Novagalicia Banco consiguió desbloquear esta semana la vía del arbitraje, con la autorización de Brusela y el Banco de España. PwC estudia ya los primeros 2.100 contratos de clientes que han comunicado a NCG, previa denuncia ante Consumo, su intención de acudir al arbitraje de la Xunta. El canje que ofrece Novagalicia supone la recuperación del 100 % del nominal, menos la diferencia entre los intereses que remuneraban las preferentes (un 7 % de media) y los que ofertan los depósitos (un 3 % de media).

Es la vía más rápida, pero no la única. NCG tiene abiertas trece demandas judiciales, después de que el Juzgado número 1 de Cambados (Pontevedra) condenara a la entidad a abonar a un cliente un total de 7.560 euros más intereses. La entidad ya ha comunicado que no piensa recurrir la sentencia, a pesar de que el fallo se ha producido en primera instancia. Hay millares de casos de afectados por la mala venta de preferentes en otras entidades gallegas. Algunos han conseguido recuperar su dinero. Otros siguen luchando por conseguirlo. Estos son algunos testimonios.

Reclama 18.000 euros de su madre analfabeta y con alzhéimer

Para la carballesa de Vivente (Ardaña) Carmen Pereira Golán, los problemas con las participaciones preferentes empezaron en noviembre del año 2010 a raíz del fallecimiento de su madre. «Ela vivía soa e nós íamola ver e iso, pero nunca lle dixemos o que tiña que facer. Era analfabeta, pero defendíase ben ata estes últimos anos nos que empezou co alzhéimer. Cando fomos arranxar os papeis, despois do seu falecemento, atopámonos que tiña contratos asinados co dedo do 2003 e do 2009 con 18.000 euros», asegura la afectada que ahora no puede vender los títulos para recuperar el dinero. «A min o perdón que anda pedindo agora non me vale para nada, quero os cartos, porque miña nai pasou falta de moitas cousas para ter eses aforros», añade Carmen, quien incide en que esa inversión, suscrita en su día con Caixa Galicia, tenía fijado un interés del 2,25 %, que «non era nada do outro mundo» para el riesgo que entrañaba y que su madre desconocía.

Un contato firmado tras una sesión de quimioterapia

«Mi marido acudió a la entidad a realizar un depósito a plazo de 5 años de 130.000 euros, con ello se acababa de pagar un préstamo que teníamos a 5 años», relata Blanca Pedregal, vecina de Miño, en A Coruña. Cuenta que la confianza depositada en la responsable de la oficina del entonces Banco Pastor, ahora Banco Popular, le llevó a suscribir un contrato de preferentes, cuando su intención era suscribir un plazo fijo. «Da la casualidad que tanto el 8 de octubre como el 8 de noviembre mi marido tuvo sesión de quimioterapia y acudimos al banco a firmar el depósito a cinco años y en ese momento de debilidad física y mental nuestra nos dieron a firmar esos fondos tóxicos de los que ahora soy perjudicada», afirma. «Juro ante todo que dicho contrato no fue leído por mi marido y menos por mí; yo no manejaba nunca los temas económicos, pero mi marido salió del banco diciendo que era un depósito a plazo de 5 años», asegura la afectada.

Víctima de un engaño por exceso de confianza

Mercedes Sanjurjo, aparte de no disponer de su dinero, critica el sentimiento de «estafa e engano» porque hizo la inversión basándose en la confianza que tenía en la gente de Caixa Galicia. «Non estou disposta a perder, os cartos son meus e dependo dese diñeiro», asegura la mujer, que está tratando de ver si hay más afectados en la zona de Bergantiños para formar una plataforma y «se fai falta, manifestarse como fan os de Cambados», afirma la afectada.

Recuperó sus 100.000 euros

El pasado 25 de abril, la entidad que preside Emilio Botín, fue condenada por la Sección 6 de la Audiencia Provincial a devolver a María Rodríguez (nombre supuesto), una vecina de Vigo, los 100.000 euros que colocó en participaciones preferentes (más los intereses desde la fecha de la reclamación judicial) «sin conocimiento del riesgo que corría su dinero». «Fue el director de la sucursal del Santander el que ofreció el producto a mi madre y se acercó al domicilio para formalizar el contrato», explicaba el hijo de la demandante, que pide anonimato para preservar su seguridad. Relata que el fallo judicial constató la vulnerabilidad de la afectada por la condición de su edad y su inexperiencia en la compra de productos de riesgo. «Ha resultado probado que se trata de una señora mayor que con anterioridad se había limitado a invertir en un fondo de inversión de renta fija garantizado», explica.

Recuperó 19.000 euros de Bankinter

Mucho antes de que estallase el caso de las preferentes de NCG, el coruñés Antonio García Castro ya se peleaba a finales del 2007 con Bankinter para que le devolviesen 19.000 euros. En la sucursal de la entidad le habían recomendado invertirlos y él siguió el consejo, sin saber que sus ahorros se iban a convertir en participaciones preferentes. «Les dije que no quería acciones de nada, que quería el dinero en un sitio seguro. Me fie y firmé, pero fue una trampa», asegura. Cuando quiso retirar sus fondos se topó con que no los podía recuperar y nadie le aclaraba por qué. «Como me mareaban, me cabreé y busqué un abogado», resume. En julio del 2008 los denunció por estafa y apropiación indebida. En agosto de ese mismo año, el juzgado requirió a Bankinter documentación e información detallada de las personas que habían intervenido en la operación. Como el banco no respondía, un mes después la volvió a reclamar «bajo apercibimiento de desobediencia grave». En noviembre, Bankinter le reembolsó los 19.000 euros, más intereses, para evitar el juicio. «Se asustaron. Hoy no sé si me devolverían el dinero tan rápido», dice.