NCG, a punto de salvar los últimos obstáculos para poder seguir en solitario

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Álvaro Ballesteros

La entidad se prepara para cerrar la llegada de inversores foráneos que le pide el Gobierno como condición a su apoyo

15 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

NCG acaba de cumplir seis meses de vida. Más tiempo, seguro, del que muchos le habían dado cuando nació a mediados de septiembre, como sucesión de Novacaixagalicia (fusión de Caixa Galicia y Caixanova). Ahora encara un momento crucial, y las señales de las últimas semanas apuntalan la idea de la dirección: el proyecto sigue adelante, y en solitario. Ha renovado el consejo, abierto una nueva línea de negocio fuera del noroeste (Evo Banco), presentado un plan de financiación empresarial, y cerrado un pacto pionero con los sindicatos que le garantiza estabilidad. Algunos de sus potenciales compradores, además, se han ido decantando por otros socios (La Caixa por Banca Cívica). En la plantilla cunde esa sensación de que el proyecto va marchando, pese a los obstáculos.

¿Qué está negociando NCG Banco?

La primera entidad financiera gallega tiene por delante retos gigantescos, pero que podrían aliviarse de forma sustancial si logra la entrada de inversores privados, extranjeros. El Estado controla el 90 % del capital del banco, con una inyección de 2.394 millones de euros que hay que recomprar. La fecha límite es septiembre. NCG es la única entidad que está buscando capital privado, porque la otra entidad nacionalizada, Catalunya Caixa, no se ha movido. Y Unnim ya ha sido vendida al BBVA. Junto a ese reto tiene otro por delante: conseguir 2.300 millones en provisiones y capital para sanear sus activos inmobiliarios. Para ello tiene hasta diciembre.

¿Hay inversores privados? ¿Qué piden?

Los hay. Es capital anglosajón con el que se negocia desde hace meses, aunque la cifra no ha trascendido. Podría entrar con unos 700 millones de euros, algo que ninguna otra entidad ha logrado hasta ahora. Y menos en un momento tan complicado como el actual. Por ello, por la desconfianza que hay por el entorno económico y por la situación de la banca europea, esos fondos extranjeros exigen una serie de garantías que blinden su aportación. Esas garantías adicionales pueden ser similares a un esquema de protección de activos (EPA), que permite que una parte de las posibles pérdidas futuras que aparezcan no las asuman los inversores.

¿Cuál es el papel del Gobierno?

Es crucial, como primer accionista del banco. Desde Madrid, al igual que está haciendo la Xunta, insisten en que el plan solo será viable si hay inversores. El resto, esas garantías, se pueden negociar. Esa situación la conocen Mariano Rajoy y su equipo económico de la Moncloa, Soraya Sáenz de Santamaría, Cristóbal Montoro y Luis de Guindos. Saben que sería difícil de justificar la espantada de unos inversores extranjeros interesados en participar en una empresa española (NCG) por cuestiones como no facilitar unas garantías. La entidad, además, les ha trasladado que su proyecto sería más barato para el Fondo de Garantía de Depósitos que las subastas de CAM y Unnim. Hay, con todo, problemas de encaje legal en los que se lleva semanas trabajando. Hoy, en la cita entre Rajoy-Feijoo, es seguro que se hablará de esta situación.

¿Y el del Banco de España?

Lo que diga y haga es muy relevante por tratarse del regulador financiero, pero su posición es una incógnita. Se sabe que hay altos dirigentes del Banco de España que nunca fueron partidarios del nacimiento de Novacaixagalicia y, por lo tanto, de la entidad actual. Y también se sabe que a la puerta del regulador han llamado constantemente grandes bancos pidiendo la subasta de NCG y de Catalunya Caixa. Sus depósitos y cuota de mercado son muy apetecibles.

¿Y qué obstáculos tiene por delante el plan?

Por un lado, concretar cuanto antes la llegada de esos inversores. Sería la mejor manera, además, de pararle los pies a la gran banca interesada en hacerse con su negocio a precio de saldo, y que el proyecto se asentara al fin. También ha de vencer las reticencias que hay en Madrid para apoyar su proyecto, tanto en la Moncloa como en el Banco de España. Y solventar el problema de las preferentes, que, admite la dirección y refrendan muchos empleados, está dañando la imagen de la firma.

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