El FMI y los líderes políticos y económicos acentuaron en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) su presión sobre Europa para que tome medidas urgentes contra la crisis de la deuda y evite el contagio al resto del mundo. Al mismo tiempo, pronosticaron un futuro inmediato sombrío para la zona euro. «Nadie es inmune a la situación actual europea», porque el mundo «nunca ha estado tan interconectado», advirtió la directora gerente del FMI, la francesa Christine Lagarde, por lo que «todo el mundo tiene interés en que esta crisis se resuelva adecuadamente».
Lagarde urgió a los mandatarios europeos, que mañana se reúnen en una nueva cumbre en Bruselas, a que erijan rápidamente un «claro y simple» cortafuegos para evitar el contagio. En ese sentido, propuso adaptar las medidas de consolidación fiscal a la realidad de cada país e incentivar el crecimiento, porque de lo contrario la situación no hará más que empeorar.
La directora del FMI instó también a todos los países a «demostrar su apoyo» con un mayor suministro de fondos para resolver esta crisis. «He venido aquí, con mi pequeña bolsa, para recaudar algo de dinero», señaló al tiempo que mostraba un gran bolso marrón. «Esta no es solo una crisis de la zona euro, podría tener efectos colaterales en todo el mundo», alertó.
El economista Nouriel Roubini, que vio venir la crisis financiera del 2008, señaló durante su intervención que «hay un 50 % de probabilidades de que la eurozona se desintegre en tres o cinco años». A Grecia, que negocia actualmente una quita de al menos la mitad de su colosal deuda en manos de bancos y seguros, le dio «un año» para abandonar la eurozona. Y «quizá Portugal», señaló, sea el siguiente en caer. A su juicio, la senda de austeridad extrema adoptada por los países en dificultades hundirá toda la zona euro en una recesión.