El BCE reduce a la mitad la compra de deuda, pese a la crisis italiana

m. m. redacción / la voz

ECONOMÍA

15 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Lo habían advertido algunos analistas la semana pasada: el verdadero artífice de la caída de Berlusconi no era otro que el Banco Central Europeo. Mantenían estos expertos que la autoridad monetaria había conseguido, dejando de sostener con sus compras la deuda italiana durante unos días, lo que no habían logrado ni los escándalos ni los múltiples frentes judiciales abiertos de Il Cavaliere.

Y, ahora, las cifras parecen darles la razón. La máxima autoridad monetaria, con el italiano Mario Draghi a los mandos, empleó la semana pasada 4.478 millones de euros en la adquisición de bonos de países en apuros (la institución nunca aclara cuáles, solo habla de cantidades, y para ello hay que esperar una semana), la mitad que en la anterior.

El BCE comenzó a comprar deuda de Italia y España el pasado 8 de agosto, ampliando el programa que había iniciado en mayo del 2010 para ayudar a Grecia, Portugal e Irlanda.

En comparación con la actuación de la Reserva Federal estadounidense y del Banco de Inglaterra, que han comprado deuda por valor del 18 % de su respectivos productos interiores brutos (PIB), el BCE solo ha invertido el equivalente al 2,7 % del PIB de la región, según cálculos de Berenberg Bank citados por Efe.

La única esperanza

Para muchos, la única esperanza que le queda al euro es precisamente la de que la institución deje a un lado sus remilgos, se remangue y empiece a comprar deuda a destajo. Según cálculos del mercado tiene capacidad para gastar entre dos y tres billones de euros. Pero, ni siquiera sería necesario que los empleara. Bastaría con que abandonar su tibieza habitual y dejase claro que no va a permitir que las cosas sigan yendo tan lejos. Normalmente, cuando un banco central da un golpe en la mesa y se planta, los especuladores no se arriesgan, prefieren retirarse de la escena en busca de presas menos custodiadas y las que es mucho más fácil hincarles el diente.

Pero para eso, lo primero que hace falta es que en el seno del consejo de la institución reine la paz y que todos estén de acuerdo en que eso es lo que hay que hacer. Nada más lejos de la realidad. Con la ortodoxia germana hemos tocado.