italia arrastra una deuda descomunal. Debe nada más y nada menos que 1,9 billones de euros (el 120 % de su PIB). Solo el año que viene ha de refinanciar unos 300.000 millones.
Los analistas lo tienen claro, no podrá salir sola de ese abismo. Ayer, el siempre tajante ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaüble, se descolgó diciendo: «Italia no nos preocupa, pero debería pedir ayuda al fondo de rescate». La pregunta es inevitable: ¿De dónde va a salir el dinero para tan descomunal rescate? Pues del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera parece difícil. Todavía no ha alcanzado la potencia de un billón de euros con la que pretenden dotarlo y ya se le ha quedado pequeña. Y eso sin contar que todavía no está listo.
El Fondo Monetario Internacional es otra alternativa. Y para muchos, la más rápida. Pero, expertos como los de Barclays consideran que eso no solucionaría el problema de fondo: la falta de crédito. Italia tendría liquidez, pero no crédito.
Y, si no hay dinero para el rescate, ¿cuál es la solución? La única vía de escape sería, pues, la del BCE. Se trata de que la institución que pilota el italiano Mario Draghi dispare su bala de plata. El guardián del euro debe asegurar su apoyo ilimitado a los países en problemas. La idea sería que convirtiera su programa «temporal» de compra de bonos en una herramienta permanente para calmar definitivamente la situación.
Sea como fuere, para muchos Italia sigue siendo todavía un enorme muro de contención. Una salvaguarda para el euro pues, dicen, es demasiado grande para dejarla caer. Es tan importante, dicen esas voces, que si cae arrastrará consigo a la moneda única en un torrente cuya primera víctima sería España. Un dato, la prima de riesgo de Francia también está en niveles récord.