El discreto ejecutivo que se hace cargo de la primera multinacional textil del mundo

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Mantendrá el puesto de consejero delegado, al que le reportan 100.000 trabajadores

17 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Pablo Isla Álvarez de Tejera (Madrid, 22 de enero de 1964) será hoy, por decisión de Amancio Ortega, presidente de Inditex, primera compañía textil del mundo. Para su familia seguirá siendo el tercero de los cuatro hijos de José María Isla (Monzón-Huesca, 1936) y Carmen Álvarez de Tejera -Menchu- (Ceuta, 1940), quienes, aseguran los que los conocen, nunca han hecho distinciones, ni diferencias dentro de casa.

El matrimonio Isla-Álvarez de Tejera se conoció en un pueblo de Ávila, Piedralaves. En la casa del pintor tinerfeño Cristino de Vera. Tuvieron cuatro hijos. Paloma (50 años), Fernando (48), Pablo (47) y Enrique (43). Durante su adolescencia, las «broncas» les caían a todos por igual, y a Pablo también, principalmente cuando llegaba tarde a casa tras sus salidas de juventud. Sus lugares preferidos, la plaza de Santa Ana y toda la zona de Huertas. Era entonces -y es ahora- más un chico al que le gustan las tabernas clásicas de tapas y buena cerveza, que de discotecas.

Javier Lleó y José Palencia estaban entre sus colegas de ahora y también de su infancia, muy vinculada al colegio Nuestra Señora del Recuerdo. «Sí, estudió aquí. Es un buen chaval. También trajo a sus hijos. Luego, lo nombraron jefe de mil cosas y ...», recuerdan en el centro dirigido por los jesuitas, donde Pablo Isla tuvo una relación especial con el padre Alarcón, que años después lo casó con María de la Vega, su novia desde los últimos años de colegio.

Era buen estudiante, «pero no el típico empollón de gafitas que siempre suspende gimnasia», recuerdan los que lo conocen.

Encargado de su hermano

El domicilio familiar estaba en Cea Bermúdez, y desde allí cogía el autobús del colegio. Luego, en octavo de EGB (13-14 años) ya se trasladaba en el autobús urbano -el número 16-, y se hacía cargo de su hermano más pequeño, Enrique, que entonces tenía 10 años. Durante la infancia ambos mantuvieron una relación muy especial al compartir momentos inolvidables en los cines del barrio como el California o El Españoleto. Fue en estos locales en los que arrancó su pasión por el cine, que todavía cultiva. Está al día de las últimas novedades, igual que de las literarias. Nadie entiende ni cómo ni cuando uno de los principales ejecutivos de España saca tiempo para estar al tanto de toda la literatura nacional e internacional que se edita. El análisis de las obras actuales llega a «límites insultantes» para algunos de sus amigos, que reconocen que no son capaces de seguirle el ritmo.

Pablo Isla, al que ni de niño se le vio involucrado en una pelea, siempre fue más de letras que de ciencias. Tiene un expediente con una media de matrículas de honor. Estudió Derecho en la Universidad Complutense, y en el último curso ya comenzó a preparar las oposiciones para ser abogado del Estado. Lo consiguió un año después de acabar la carrera y con reconocimiento. Volvió a ser el número 1. ¿Dónde estudiaba? En su cuarto, y durante una temporada se iba a casa de su abuela Pilar, madre de su padre, que vivía a un portal de su casa. En este caso sí había cierta predilección.

Personalidad

En el éxito y la personalidad de Pablo Isla tienen mucho que ver sus progenitores. Su padre, persona tolerante y diplomática, nunca fue severo con sus hijos, pero sí muy estricto en el tema de los estudios. Estaba encima todo el día. Hombre de empresa (ocupó puestos de la máxima relevancia en compañías como Lactaria Española, Luis Mejía, Renfe y Grupo de Empresas Álvarez, que le llevaron a vivir en Vigo durante una temporada), destaca por su empatía y su buen humor. Con su padre, Pablo comparte un grado de timidez que es un rasgo familiar característico.

Su madre, mujer de carácter, es animada (le encanta bailar) y sociable. Su alto concepto de la justicia le impediría hacer distinciones entre sus hijos.

Pablo Isla es discreto, celoso de su intimidad, amigo de sus amigos (lo han visto marcharse de una reunión importante tras conocer que uno de sus mejores amigos estaba pasando un momento difícil), extremadamente educado y cordial. Destaca la moderación que aplica a las relaciones personales, y la que también difumina sus defectos. Nunca levanta la voz y tampoco exterioriza con énfasis sus afectos (al menos en público). Jamás pega un grito.

Dicen del nuevo presidente de Inditex que se sabe inteligente (de ahí su posición de seguridad y no de humildad), tiene una gran capacidad de aprendizaje, y sus planteamientos en las reuniones de trabajo son altamente reflexivos.

Como hombre de empresa es decidido y ambicioso. Si no está de viaje, llega a trabajar en torno a las 8.30 horas, pero nunca más allá de las 9. Sufre, como el resto de las 4.200 personas que trabajan en todas las firmas de Sabón, los atascos que se forman a la cola del polígono. Baja al comedor, y enseguida vuelve a su mesa de trabajo. Es meticuloso, detallista y suele sorprender con el conocimiento de «tus» temas.

Muy disciplinado consigo mismo, nunca se permite extravíos (sus más estrechos colaboradores argumentan que nunca dijo barbaridades) y se adapta a las circunstancias.

Tiene una visión religiosa de la vida (no es del Opus Dei, como se dice), por lo que para Pablo Isla el trato con el prójimo es importante, característica difícil de encontrar en el mundo de los negocios. Está en varias proyectos de oenegés relacionados con la infancia y África.

Isla pregunta mucho y aprecia la información. Es una persona con aspiraciones y si puede, mejorará. Ya figura en el top ten de los ejecutivos del mundo, pero deja al margen cualquier excentricidad. Es austero en sus gustos: fuma ocasionalmente algún que otro cigarrillo y no es el típico que se pide tres cafés de golpe. Nunca se hará fotos al estilo Rockefeller (aunque su jefe le haya entregado como incentivo 13,6 millones de euros en acciones) ni se le verá de estrella en foros políticos y sociales.

Galicia le centra

Fue en el 2003 cuando Amancio Ortega y José María Castellano comenzaron a plantear la necesidad de traer un consejero delegado para la compañía. Se va definiendo la idea, y la búsqueda corre a cargo de la firma de cazatalentos Korn Ferry, y su llegada se produce en el 2005. Desde su incorporación, Inditex ha prácticamente duplicado ventas y beneficios. Hoy tiene 100.000 empleados.

Galicia le ha aportado a Isla tranquilidad. «Hay muchas menos cosas que me distraen. Me siento muy a gusto», dijo en un desayuno de trabajo. Tiene tres hijos de los que aprende día a día, sobre todo porque se fija en el uso que hacen de las nuevas tecnologías y de las relaciones sociales con sus amigos: Santi, de 16; Belén, de 13 y Cecilia, la más pequeña de la familia y que nació hace 5 años en el materno infantil de A Coruña.

Si puede, Isla disfruta de los fines de semana tierras gallegas en compañía de un círculo reducido de amigos. Suelen ir a Aranga a comer, pasean por Santa Cruz o disfrutan de alguna playa de Ferrol. Hay otros dos sitios que están muy vinculados a su vida: Cubas de la Sagra, un pueblo de Madrid pegadito a Toledo, y en el que se celebran eventos familiares; y Canyamel, urbanización de Mallorca en la que suele veranear.

En diciembre, el día 24 la tradicional partida de tenis entre sus hermanos y su padre. A dobles.

El fichaje de Alierta y Rajoy

Pablo Isla confesó en una de sus últimas comparecencias públicas, y ante toda la prensa nacional e internacional, que siempre estaría en Inditex, a la que parecía jurarle amor eterno.

¿Por qué esa contestación? Desde que llegó a la compañía han surgido multitud de rumores relacionándolo con otros puestos. De vice primer ministro de la mano de Mariano Rajoy en caso de que este ganase las elecciones, hasta relevar a César Alierta como máximo ejecutivo de Telefónica. Lo cierto es que alguno de ellos le generó algún quebradero de cabeza ante su jefe, Amancio Ortega. Dudas disipadas, el martes tomará la presidencia de Inditex.