Dos años más tarde de descubrirse la estafa, el encargado de liquidar los bienes de Madoff y sus sociedades para indemnizar a las víctimas, ha demandado a grandes bancos internacionales como UBS, JP Morgan, BBVA o HSBC. Les acusa de consentir a sabiendas la mayor estafa de la historia, e incluso de ganar dinero con ella.
El responsable sigue cumpliendo una de las condenas más altas (150 años de cárcel) y a la vez más modestas: barrer el suelo de la cantina por 14 centavos (0,10 euros) la hora. Su vida entre rejas no deja de tener tintes agridulces, con pleitos donde algunos han querido romperle la cara, pero también con un sector de los presos que le han mostrado desde un principio su admiración. Según su psicólogo, la condena le ha supuesto un alivio tras años instalado en una mentira.