El país de las vacas que no valen nada

Juan Oliver SILLEDA|O PINO/LA VOZ.

ECONOMÍA

La crisis hunde los precios ganaderos en la Central Agropecuaria de Galicia, en Silleda, donde los animales de menor valor han llegado a pagarse a 1,60 euros

14 nov 2010 . Actualizado a las 10:47 h.

Si preguntas a un ganadero cuánto cuesta una vaca, siempre dirá lo mismo: «Depende». Y si interrogas a un tratante por el precio que está dispuesto a pagar por un ternero, obtendrás idéntica respuesta: «Depende, ¡oh!». Un transportista contestará igual si algún curioso quiere saber cuánto cobra por llevar en su camión un hato de becerras desde la granja a la feria, lo mismo que hará un carnicero para explicar lo que gana vendiendo en su establecimiento la carne de la res que acaba de adquirir en el mercado mayorista: «Depende da vaca, claro».

Galicia casi siempre responde a sus tópicos, y la feria de ganado vacuno que se celebra todos los martes en la Central Agropecuaria de Galicia, en Silleda, los cumple al dedillo. La cotización de las vacas fluctúa como las acciones de las grandes compañías en cualquier bolsa del mundo, todo depende de la mano invisible del mercado. Si hay más demanda que oferta, la cotización sube. Si pasa al revés, el precio baja.

El mecanismo de fijación de precios es sencillo, pero en los últimos tiempos los del bovino gallego no paran de bajar. Y a principios de octubre llegaron a su punto de inflexión. La cotización de los animales más baratos cayó hasta un 40%, y algunos ganaderos tuvieron que venderlos por cantidades ridículas.

Un error

Le pasó a José Antonio Villamor Boo, un productor de leche de Ferreiros, en el municipio coruñés de O Pino, cerca de Santiago. Al principio pensó que se trataba de un error, y luego de una broma. De hecho, cuando le entregaron el talón a su nombre creyó que ponía 160 euros. Sin embargo, cuando se fijó con un poco más de detalle la mañana en que iba a cobrarlo, advirtió que una coma convertía esa cifra en un chiste de mal gusto: 1,60 euros -1,50 más IVA con el descuento del IRPF- por un ternero pinto, de raza frisona, que se llevó la empresa cántabra Ganados Mar.

«Por eses cartos prefería regalalo», cuenta José Antonio, que no sabe si mostrarse retranqueiro o indignado cuando enseña en su establo, rodeado de sus treinta vacas lecheras, un cheque bancario que nunca hará efectivo: «Non teño conta nesa entidade, e cos gastos de cobralo, aínda tería que poñer eu do meu peto», lamenta.

José Antonio lleva años enviando becerros a Silleda, donde los precios se establecen en una subasta a ciegas que ni siquiera precisa de la presencia del ganadero. Entre las seis y las once de la mañana, los tratantes observan y evalúan el ganado, y hacen pujas anónimas e individuales por cada animal. Las plicas se introducen en un sistema informático, y el ordenador y los empleados de la feria limpian posibles errores, detectan si hay intentos de amañar pujas a la baja, y adjudican cada res a la oferta más alta. Comprador y vendedor tienen oportunidad de retractarse antes de acordar la transacción, pero como les pasó a otros ganaderos aquel día, José Antonio no pudo hacerlo porque no estaba allí.

Huelga

La feria del martes anterior se había suspendido a causa de la huelga general, por lo que en la siguiente había un exceso de oferta de ganado. Eso, unido al alza que llevan experimentando los precios del pienso desde hace meses, hundió la cotización de las vacas. «Xa lle dixen ao transportista que a próxima vez os traia de volta», dice José Antonio, explicando que, hasta ahora, siempre le habían pagado cantidades razonables por sus becerros: «Nunca vendín un por menos de cen euros», asegura.

Sabe de sobra que no se hará rico vendiendo pintos machos, porque son los animales que peor se pagan en las ferias. La raza frisona, que se caracteriza por los manchas negras que salpican la piel blanca del animal, se cría sobre todo para dar leche, y los machos, claro, no sirven para eso. Tampoco son los mejores para la producción de carne, porque su constitución es enjuta y liviana, no como la de los terneros de rubia gallega, anchos, fuertes y musculosos. Además, los pintos se beben hasta seis litros diarios de leche, lo que supone un gasto de unos sesenta euros mensuales por cabeza.

Esos becerros son un costoso estorbo en la granja, y por eso lo mejor es venderlos cuanto antes. Pero por 1,60 euros, muchos ganaderos piensan que ni siquiera merece la pena mandarlos al mercado.

Transporte y veterinario

Según José Antonio, solo el transporte desde la explotación a la feria ronda los 15 euros por animal, que se suman a los 2,60 euros de la identificación veterinaria y a los 10 que cuesta de media cubrir una vaca -han de criar para empezar a dar leche-. «A próxima vez regalareillo a alguén, alomenos así farei un amigo, porque ao tratante que o levou nin siquera o coñezo, e vaia regalo que lle fixen», advierte el ganadero, quien, sin embargo, tampoco tiene muy claro que la solución pase por ahí. ¿Volverá a mandar becerros a la feria? «Pois home, non o sei. Iso depende». El mismo día que le pagaron un precio de chiste por un pinto, José Antonio vendió otro ternero de raza limosín por 236 euros.