Bruselas regula ahora los productos derivados, dos años después de Lehman

Juan Oliver BRUSELAS/LA VOZ.

ECONOMÍA

La Comisión endurece las condiciones para las ventas a corto y otras operaciones especulativas

16 sep 2010 . Actualizado a las 03:03 h.

Dos años después de que las desmesuradas operaciones de riesgo con hipotecas basura y otros subproductos financieros derrumbaran el imperio de Lehman Brothers y arrastraran al abismo a las economías de todo el mundo, la Comisión Europea anunció ayer su propuesta pare regular el mercado europeo de los artículos financieros derivados y poner condiciones a otras prácticas como las ventas a corto de acciones.

«Ningún mercado puede permitirse ser como territorio del salvaje Oeste», advirtió ayer Michel Barnier, comisario de Mercado Interior y que formaba parte del Gobierno de Nicolas Sarkozy cuando este anunció, en el otoño del 2008, la intención de la UE de «refundar el capitalismo». Fue entonces cuando los Veintisiete encargaron a la Comisión un reglamento para endurecer el control de los derivados, productos cuya cotización se basa en el valor futuro de otros activos o índices, desde acciones a deuda privada pasando por tipos de interés o cambio de divisas, e incluso en el precio de materias primas de todo tipo (oro, cereales...).

Los derivados se pueden comercializar al margen de los mercados convencionales, lo que priva a los reguladores de la posibilidad de controlarlos. En la práctica, eso permite a los operadores apostar al alza o a la baja de otros activos, arriesgando mucho menos dinero que adquiriéndolos directamente.

La propuesta de la Comisión, que deberá ser debatida por el Parlamento y el Consejo, pretende que el supervisor europeo registre todas las operaciones con derivados. También quiere introducir la figura de las entidades intermediadoras entre comprador y vendedor, un cortafuego en caso de quiebra, y que estarían obligadas a cumplir determinadas condiciones de liquidez y provisión de fondos.

Acciones prestadas

En cuanto a las ventas a corto, permiten que un operador venda acciones prestadas con la expectativa de recomprarlas más baratas y quedarse con la diferencia. Si la jugada sale mal garantiza pérdidas inmediatas, y si sale bien se lucra, pero cae el mercado. ?«En tiempos normales, contribuyen a la liquidez del mercado, pero en una situación de estrés pueden ampliar las caídas y llevar a desórdenes y riesgos a todo el sistema», explicó Barnier. Su idea es obligar a los inversores a notificar cualquier venta a corto que afecte a más del 0,2% del capital de una compañía si se trata de una operación a título individual, y al 0,5% si es compartida con otros inversores.