El desafío es la eficiencia

ECONOMÍA

06 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Llegado a su punto de no retorno el proceso de unificación de las cajas gallegas, se va aproximando su momento de la verdad: el de aparecer con una nueva estructura en un entorno muy diferente del de los pasados años de gloria y excesos. En términos generales, no habrá que insistir mucho en que los próximos años los mercados financieros experimentarán cambios notables, en la línea de lo que ya hemos visto en los últimos meses.

En primer lugar, la dimensión de los mercados de crédito inevitablemente tenderá a reducirse, en un proceso general de desapalancamiento (con perdón por tan horrible vocablo), que afectará a todos los países, pero en mayor medida a aquellos que, como el nuestro, en el pasado han descansado más sobre la acumulación de deuda. Segundo, pronto llegarán reformas regulatorias -la principal, la llamada Basilea III- que, siendo imprescindibles desde el punto de vista del interés general, crearán incertidumbre e importantes retos para las entidades de crédito, no todas las cuales sabrán salir con éxito del atolladero. Y en tercer lugar, en el caso de las cajas, difícilmente se detendrán aquí sus procesos de fusión, por lo que no está para nada descartada la absorción de algunas de las que ahora subsisten, fusionada o no, por parte de otras entidades.

La nueva caja gallega nace con una estructura muy aligerada, en cuanto a capital humano, tejido territorial y cartera industrial, lo que se traducirá en una significativa reducción -en torno a un 20%- de su volumen de negocio. Tratándose de hechos innegablemente dolorosos desde diferentes puntos de vista, no hay duda de que constituyen la única alternativa para avanzar por el camino de la eficiencia.

Solo de esta manera será posible afrontar con garantías de éxito el complicado entorno financiero internacional que para los próximos años se dibuja.