Las dos cajas ganaron en cinco años 1.900 millones con desinversiones

R. Santamarta / ?M. Á. Rodríguez

ECONOMÍA

La fusión de ambas supondría recortar sus participadas en 2.000 millones para fortalecer la financiera resultante

04 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El negocio típicamente bancario, el de prestar y dar dinero, hace unos años que dejó de ser el maná que justifica la cuenta de resultados de las cajas gallegas. Hay otra vía. La política de desinversiones que desde el 2005 han llevado a cabo Caixa Galicia y Caixanova les permitió ingresar de forma conjunta 1.900 millones de euros. Son las plusvalías (la ganancia neta, descontando lo que les costó comprar en su día esa participación empresarial) derivadas de la venta de paquetes empresariales. Esa cifra da fe de la potente cartera industrial que atesoran las dos financieras. En ese montante no se incluyen las ganancias por dividendos bursátiles de las empresas que cotizan y en las que participan, o por otros rendimientos de esas empresas, algo más de 200, repartidas por toda España. Si se sumaran esos últimos conceptos, la cifra sería bastante mayor.

Conforme a las memorias económicas anuales de las dos entidades, la venta de participaciones industriales reportó a Caixa Galicia unos 1.150 millones de euros desde ese 2005 (sin incluir los 157 de la venta de Galp el pasado febrero), por casi 750 de Caixanova. El protagonista que explica a esa generación extra de beneficios tiene un nombre: Unión Fenosa. La venta de la otrora enseña energética permitió que la entidad que dirige José Luis Méndez se embolsara 691 millones de euros en tres ejercicios; en el caso de la firma presidida por Julio Fernández Gayoso, fueron 545 en dos años. Además de salir definitivamente de Fenosa, durante ese pasado lustro, Caixa Galicia también lo hizo del capital de Iberia, Ence o el Banco Pastor; Caixanova, de France Telecom, Itínere o Auna.

Sin embargo, en los dos últimos ejercicios, la finalidad de esas plusvalías ha ido variando. Antes ambas cajas abordaban, o cuando menos estudiaban, nuevas inversiones. Ahora el destino es la hucha de las provisiones, es decir, el fondo con el que se cubre la morosidad, uno de los principales problemas del sector financiero. Al cierre del 2009, Caixa Galicia contaba con 935 millones en ese fondo, según datos de la entidad; Caixanova, por su parte, ha declarado 696,5 millones.

Ventas ante la fusión

El manejo que las dos firmas hagan de su cartera industrial será clave para abordar la posible fusión. La auditoría elaborada a inicios de año por KPMG para la Xunta sobre la viabilidad de la alianza entre Caixanova y Caixa Galicia prevé que ambas entidades aligeren sus participaciones empresariales en una cantidad próxima a los 2.000 millones de euros en un plazo de cuatro años. La intención es garantizar plusvalías de entre 70 y 95 millones anuales, un límite que las cajas superaron de largo durante esos últimos cinco ejercicios y que se antoja viable teniendo en cuenta las llamadas plusvalías latentes (no ejecutadas).

No serían los únicos activos que se desprenderían de la fusión para reforzar la entidad resultante. Otros 10.000 millones provendrían, siempre según los datos de KPMG, del cierre de las 280 sucursales, la mayoría de ellas por solapamiento o, en el caso de las situadas fuera de Galicia, por estrategia de negocio. Las entidades han estado negociando con el Banco de Santander la venta en bloque de hasta 300 sucursales, lo que significaría una liquidez inmediata al cierre de la operación y un ahorro en prejubilaciones, ya que el Santander se comprometería a mantener una parte sustancial de los empleos, aunque no todos.

El adelgazamiento de la cartera industrial es una herramienta habitual en los procesos de fusión abiertos, en gran medida porque permite pedir menos ayudas públicas del FROB, al que la integración gallega prevé solicitar 1.190 millones. Este fondo obliga a devolver el dinero en un máximo de 7 años, con un interés de inicio del 7,75%, cifra que sube un 0,5 cada año.