La Bolsa se hunde, presa de la desconfianza

ECONOMÍA

Los inversores extranjeros dan la espalda a los activos españoles y restan un 6% al Ibex

05 feb 2010 . Actualizado a las 09:21 h.

«Todo lo que suena a España, huele a peligro ahí fuera». Con esta frase explicaba una analista lo sucedido ayer en la Bolsa española, que vivió su peor pesadilla en 15 meses. No se recordaba una jornada de tanta tensión desde principios de octubre del 2008, en pleno azote de la crisis financiera internacional. Y es que el comportamiento del mercado nacional fue el propio del de un país emergente. La razón: la crisis de confianza en la economía española y en sus posibilidades para salir del atolladero en el que se encuentra.

«El desconcierto es mayúsculo. Las nefastas cifras de empleo, la constante pérdida de productividad, el incremento del déficit público, la pasividad de los sindicatos y fuerzas sociales, el descrédito internacional.... y ahora la confusión sobre la reforma de las pensiones. Francamente, la economía española no ha cambiado demasiado de la que Ortega y Gasset presentara en su España invertebrada», apuntaban en una firma gala.

Esfuerzos baldíos

Así las cosas, de poco o nada sirvieron los esfuerzos del Gobierno para sacar a España del saco de los países con mayor riesgo de la eurozona en el que la habían metido destacados gurús como el economista estadounidense que predijo la crisis, Nouriel Roubini, y el nobel de Economía Paul Krugman, y en el que la hundió definitivamente el comisario europeo de Asuntos Económicos en funciones, Joaquín Almunia, al asegurar el miércoles que «comparte problemas» con Portugal y Grecia. La vicepresidenta Elena Salgado tachó de «poco prudentes» las declaraciones de Almunia y Zapatero pidió desde Washington que se renueve la confianza en el país.

«Vende España»

A efectos de mercado, sus palabras cayeron en saco roto, y la frase más oída en las mesas de operaciones siguió siendo la de «vende España». Tampoco caló el capote que el presidente del Santander, Emilio Botín, le echó al Ejecutivo, asegurando que España no tiene nada que ver con Grecia y que considera «acertadas» las medidas propuestas en materia fiscal, laboral y de pensiones.

Los inversores extranjeros no quieren pillarse los dedos y empiezan a cubrirse las espaldas cuando compran deuda pública española. Por un lado, exigen más rentabilidad para quedarse con los bonos (el diferencial con Alemania es ya superior a los cien puntos básicos) y, por otro, se pertrechan contra el riesgo de impago adquiriendo seguros, los llamados credit default swaps (CDS), que están estos días a precio de oro.

En la Bolsa, la crisis de confianza se paga en forma de fuga de capitales hacia parqués considerados más seguros. Y la mejor muestra de ello es que ayer el Ibex se llevó un varapalo del 5,94% (durante la sesión llegó a caer un 6,13%), el noveno más importante de su historia. En un solo día, las desinversiones le pasaron al principal indicador del mercado español una factura de 22.400 millones de euros.

Y como el miedo no distingue la paja del trigo, pagaron todos: justos y pecadores. De hecho, no se salvó de la quema ni uno solo de los 35 valores que componen el índice. Eso sí, entre los más castigados figuraron algunas de las empresas con mayor exposición a los mercados de deuda. La peor parte se la llevaron constructoras, concesionarias y bancos. Así, por ejemplo, Ferrovial, que arrastra el lastre de la deuda de la británica BAA, protagonizó el mayor descalabro del día, con una caída del 11,34%.

Pero lo que realmente pesó en el Ibex fue el castigo que recibieron los dos grandes bancos, que en un solo día vieron mermado su valor de mercado en la friolera de 11.000 millones de euros. El Santander se dejó un 9,4% y el BBVA perdió un 7,54%. El descalabro del primero elevó de nuevo a Telefónica al primer puesto del ránking por capitalización.

Esta vez, la elevada ponderación que el sistema financiero tiene en la Bolsa española jugó en contra de ella. Y, a la postre, u derrumbe fue muy superior a los descensos que sufrieron los principales mercados del Viejo Continente y sobrepasó también a las pérdidas que encajaron sus compañeras de fatiga: las bolsas de Lisboa y Atenas. La primera cerró sus puertas con un recorte del 4,86%; y la segunda despidió el día con un retroceso del 3,33%.