Año I después de Lehman Brothers

Victoria Toro

ECONOMÍA

Hoy se cumple el primer aniversario de la quiebra del todopoderoso banco de inversión, un acontecimiento que puso en jaque al sistema financiero internacional

15 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«Pánico, no, peor. Absoluta histeria», así recuerda Emilio de las Heras, director de la oficina del BBVA en Nueva York la situación que se desató, hace hoy justo un año, con la caída del banco de inversión Lehman Brothers. Lehman, como se la conocía popularmente en el sector, era un banco con 158 años de solera, el tercer coloso financiero del mundo, toda una institución. Pero tras un fin de semana en el que las especulaciones recorrieron Wall Street y medio mundo, el domingo 14 de septiembre del 2008 parecía que no había solución.

El lunes 15 de septiembre los inversores de medio mundo desayunaron con la noticia ya sobre la mesa: las autoridades financieras estadounidenses habían decidido no acudir al rescate de la entidad. El banco tuvo que declararse en bancarrota. «¿Qué sentimos? -recuerda De las Heras- Pues que era el comienzo del fin del mundo. Que volvíamos a la Edad de Piedra o a la época de la letra de cambio de antes de los Médicis».

Aquel lunes ocurrió algo que no estaba en los manuales, que nadie preveía y que pudo acabar en cataclismo del sistema financiero mundial. Los bancos dejaron de prestarse unos a otros. «Hay que tener en cuenta que nadie, pero nadie, se fiaba de nadie -rememora De las Heras-. Los bancos no sabían cómo estaban los demás, no sabían si el que les pedía dinero podía ser el próximo en caer». Así que el dinero dejó de circular entre ellos. Y al final, las firmas financieras que tenían vencimientos pendientes para ese mismo día tuvieron que recurrir al dinero de las arcas de la Reserva Federal, el banco central estadounidense.

Todo Wall Street recuerda aquel fatídico lunes de la misma manera. Enrique Álvarez, director de la consultora neoyorquina Aldea Global, define aquel 15 de septiembre como «un momento sin precedentes históricos. Fue un enorme shock , que además se hacía cada vez más profundo».

Tres días de pánico

Y así transcurrieron tres días de auténtico pánico. Hasta que el jueves de aquella semana, las autoridades estadounidenses anunciaron que el Gobierno pondría sobre la mesa 718.000 millones de dólares para quien lo necesitara. Tres jornadas en las los ejecutivos de Wall Street miraban a sus vecinos sin saber qué iba a ser de ellos. Pero también tres días en los que el pánico se hizo patente en la calle. Los expertos de Wall Street sonríen ahora al recordar que algunos de ellos llegaron a visitar varias veces los cajeros automáticos para aprovisionarse de dinero en efectivo por lo que pudiera pasar. Y muchos neoyorquinos acapararon víveres y otros productos de primera necesidad mientras el mundo financiero se tambaleaba. Incluso Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, reconocía hace tres meses en una entrevista que «el colapso total estuvo muy cerca».

Con todo, la quiebra de Lehman Brothers fue el detonante, pero no el primer indicio de lo que pasaba. Unos meses antes las autoridades estadounidenses intervinieron para evitar el hundimiento de otro banco, Bear Stearns. La inyección de 29.000 millones de dólares a JP Morgan Chase para que pudiera comprar Bear en marzo del 2008 explica lo que ocurrió en las horas previas a la caída en desgracia del banco de negocios estadounidense. Con ese precedente, los ejecutivos de Wall Street estaban convencidos de que con Lehman Brothers iba a ocurrir lo mismo. Por eso cuando el 15 supieron que nada salvaría a la firma, llegaron la histeria y el pánico.

Durante un tiempo, se acusó a las autoridades estadounidense de no haber medido las consecuencias del hundimiento. De no haber sabido ver que todo el sistema financiero mundial estaba interconectado y de permitir con ello que estallar la crisis económica que llegó a continuación. Sin embargo, cada vez hay más voces que defienden que no se pudo hacer otra cosa y que, en el fondo, tampoco fue tan malo lo que ocurrió, que incluso resultó beneficioso para el sistema que saliera a la luz lo que estaba ocurriendo.