Arranca el plan para unir Sudamérica a través del gas

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández ENVIADO ESPECIAL | VALDEZ

ECONOMÍA

Hugo Chávez impulsa un gasoducto de 12.500 kilómetros para alimentar a Argentina, Brasil, Chile y Paraguay y ahora quiere crear una moneda única para el cono sur

23 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Valdez, un pequeño municipio del estado venezolano de Sucre, estrenó ayer su edad de oro. Un enorme griterío de ciudadanos con banderas de Venezuela y un excepcional despliegue policial acompañó al presidente Hugo Chávez en la colocación de la primera piedra de su obra faraónica, la que él definió como «el proyecto más grande que se haya pensado en la tierra en toda nuestra historia». La planta regasificadora que se construirá en Valdez es el primer paso en el deseo de Chávez de alcanzar, a través de la energía, aquello que no logró Simón Bolívar: «Aquí comienza Sudamérica. Somos, por nosotros mismos, un continente independiente de Norteamérica», aseguró ayer el líder venezolano. En las instalaciones se generarán 150 millones de metros cúbicos de gas cada día, que luego serán distribuidos a través de un gasoducto de 12.500 kilómetros de longitud para alimentar a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. El proyecto (que pretende implicar también a Bolivia y Perú como donantes de materia prima) ya vivió una primera fase con el arranque de las obras de otro conducto de gas que recorrerá Colombia y alcanzará Panamá. El ambicioso proyecto supondrá un desembolso de unos 15.000 millones de euros y en él participarán numerosas compañías nacionales ?Chávez está empeñado en demostrar la autonomía de las empresas del país dentro del proceso de nacionalización? e internacionales. Entre estas últimas, el Gobierno de Venezuela pretende contar con la colaboración de Repsol, a cuyos representantes se esperaba en el acto de ayer, aunque finalmente disculparon su asistencia. Alianza contra EE.UU. Pero más allá de los datos de inversión y producción, la iniciativa constituye un paso que Chávez pretende sea definitivo en su creación de una «alianza antiimperialista», con el objetivo de combatir el poder de Estados Unidos en Sudamérica. Se trata de consolidar el desarrollo de un frente del Mercosur y vender a bajo coste el gas generado, una fuente de energía que hasta ahora Venezuela había despreciado para dedicarse en exclusiva a explotar el petróleo. La gran alianza del gas serviría de base para numerosos acuerdos comerciales entre los países comprometidos. Sin embargo, la construcción del gigantesco gasoducto presenta dos grandes inconvenientes: el impacto ecológico y su repercusión entre las comunidades indígenas instaladas en las áreas que atravesará el conducto. El Gobierno de Caracas ha insistido en que el desarrollo de la iniciativa respetará las directrices de los estudios medioambientales y a las tribus se les trata de convencer mediante la inversión en recursos para sus asentamientos (centros de salud, principalmente), en una estrategia que ya está funcionando en la conexión con Colombia. Pero éste no es el único frente en el que se ha embarcado Chávez. El presidente venezolano reclamó ayer la creación de una «moneda única para toda Sudamérica», para la que incluso ha pensado ya un nombre: el sucre. Según su opinión, Estados Unidos fabrica dólares sin ningún respaldo. «Los dólares no tienen sustento, no valen nada», criticó. El discurso del presidente volvió a ser un alegato contra Washington, sustentado especialmente en el tema del narcotráfico y sus derivaciones.