La investigación del asalto a una casa rectoral de Padrón, sin avances en siete años

Uxía López Rodríguez
uxía lópez PADRÓN / LA VOZ

VILA DE CRUCES

MERCE ARES

Los delincuentes mataron a la asistenta e hirieron al cura de Cruces

01 oct 2021 . Actualizado a las 00:35 h.

La Guardia Civil no da por cerrada la investigación para identificar y detener a los autores del asalto a la casa rectoral de Cruces, en Padrón, del que se acaban de cumplir siete años. Tres individuos, uno de ellos encapuchado y armado, llamaron a la vivienda un domingo por la noche con la excusa de que había una defunción en la parroquia, cuando lo que pretendían era robar. Para ello, los asaltantes pegaron, ataron y amordazaron al cura Ramón Barral y a su asistenta, María Soto. Ella logró soltarse y gritar, y fue cuando le apretaron la mordaza hasta asfixiarla.

Semanas después fueron detenidas dos personas como presuntas autoras de los hechos. Se trataba de un vecino de Boiro y otro de Noia, pero el Juzgado número dos de Padrón los dejó libres de cargos y sospechas en diciembre del 2015, cuando la jueza decretó el sobreseimiento provisional y el archivo de las actuaciones iniciadas.

Desde entonces nada más se sabe del caso, aunque la Guardia Civil asegura que la investigación sigue abierta. El santuario de A Escravitude celebra este domingo la fiesta del Rosario y una de las misas, la de las seis de la tarde, será en recuerdo de María Soto, la asistenta del cura.

Desde el asalto, este nunca más volvió a residir en la casa rectoral, en la que ya habían intentado robar con anterioridad, y poco más ejerció como sacerdote. Ramón Barral falleció el año pasado a causa del coronavirus.

Siete años después del asalto, muchos dudan de que se sepa nada más sobre su autoría. No obstante, hay quien sigue pensando todavía que alguno de los asaltantes no era de lejos porque el ataque se produjo solo unos días después de que el santuario celebrase la festividad de su patrona, la Virgen de A Escravitude, un día de muchos donativos de fieles, que se supone que pretendían robar en la casa rectoral, que permanece cerrada desde entonces. Así, lo que en principio iba a ser un simple atraco acabó con una muerte violenta, la de María Soto. Tenía 78 años y, aunque era natural de Vila de Cruces, llevaba 26 trabajando de asistenta para el párroco de Cruces, por lo que también era una vecina más de la parroquia, donde todavía la recuerdan.