El complejo náutico y de esparcimiento de Portodemouros cría malvas en Arzúa

Natalia Rodríguez Noguerol
Natalia noguerol ARZÚA / LA VOZ

VILA DE CRUCES

NOGUEROL

El espacio habilitado con fondos europeos en el entorno de la presa del pantano está sumido en el absoluto abandono

06 feb 2019 . Actualizado a las 09:53 h.

A nadie pareció interesarle. O sí. Pero no se preguntó, ni se actuó. En su lugar, se miró a un lado, se dejó el tiempo pasar. Y así fue cómo el complejo deportivo y de esparcimiento habilitado en las inmediaciones de la presa de Portodemouros se convirtió en lo que es: un lugar totalmente abandonado que solo en la memoria se parece a lo que fue. Los recuerdos los custodian, en especial, los vecinos de Vila de Cruces y de Arzúa, que son quienes, en la década de los 90, dispusieron a salto de mata de un área recreativa en la que pasear, tirar la toalla o ir a comer de campo un soleado día de verano.

La cuidada zona verde con vistas al embalse era parte del delimitado complejo deportivo que, durante un tiempo, situó al municipio arzuano en un mapa alternativo al gastronómico. La tierra del queso se coló en el calendario de competiciones náuticas. En aguas del pantano que delimita las provincias de A Coruña y Pontevedra se llegaron a disputar pruebas oficiales de disciplinas como el piragüismo. El recinto no solo se prestaba. Había sido habilitado para ello. Con fondos que, aún a día de hoy, envía la Unión Europea para dinamizar económicamente regiones deprimidas se acondicionó y equipó debidamente el espacio: un albergue con todos los servicios y un pañol con el material necesario para aprovechar y explotar el recinto deportivo.

Piraguas, canoas, barcas, bicicletas... No queda absolutamente nada en el almacén, un espacio que únicamente conserva su estructura en madera y en su interior, al fondo, un cartel en el que se lee ADER, acrónimo de Animación Deportiva en el Espacio Rural, la asociación que, en época de bonanza, gestionó las instalaciones. Su ocaso empezó a asomar con el cambio de milenio. Hace casi una década, una iniciativa del colectivo de turismo rural que, entonces, operaba en Arzúa, uno de los municipios gallegos con mayor oferta de este tipo de alojamientos, llamaba la atención sobre el abandono del recinto. Respaldados por los grupos políticos que ejercían la oposición municipal -PP y PSdeG-, los hosteleros lograban que la Xunta inspeccionase las instalaciones y diese de baja al colectivo que las gestionaba.

Se pensó que la intervención era el primer paso para rescatar el recinto lúdico-deportivo. Pero nada más lejos de la realidad. Los años siguieron su curso y hace poco más de un lustro se desvalijó por completo. Del albergue no quedaron ni los pomos de las puertas. El gerente de una casa rural de la zona se lamenta del «despilfarro» de los millones -por aquel entonces, de pesetas- que llegaron de Europa a través del programa Leader que gestiona la Xunta, que, semanas atrás, rechazó una iniciativa parlamentaria del BNG para recuperar las olvidadas instalaciones.