Plantados y con flores ante la puerta cerrada de un cementerio en Silleda

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

SILLEDA

Miguel souto

Solo los dueños de nichos tienen acceso a un camposanto clausurado para prevenir robos. Y los visitantes se quedan sin entrar

11 nov 2021 . Actualizado a las 14:12 h.

No hay timbre para que nos abran, ni cartelito donde nos adviertan que la verja de acceso está cerrada con llave. En la parroquia de Lamela, en Silleda, el cementerio está vedado a quien carezca de panteón. Solo los propietarios de los nichos pueden acceder cuando así lo deseen. Y ya se vivieron casos de personas desconocedoras de una situación tan atípica en Galicia que se volvieron a casa con las flores en el maletero. Ocurre de forma esporádica, pero se aviva en fechas tan señaladas como Todos los Santos.

En ese puente festivo hubo quien se desplazó desde Pontevedra para honrar a algún difunto y se encontró con la puerta del camposanto cerrada. La llegada de un vecino con llave salvó esos momentos de confusión, y al final pudieron entrar. Pero también hubo quien decidió regresar a casa sin cumplir su deseo, como ocurría con una vecina de Silleda que no quiso molestar a los familiares para que le abriesen, al considerar la fecha demasiado señalada, en el aniversario de un vecino fallecido.

¿Por qué está el cementerio cerrado a cal y canto y quién puede entrar? Detrás de la decisión subyace un mal casi endémico, que se vive en muchos camposantos gallegos y que aquí quisieron cortar de raíz: el robo de flores y plantas. En otras localidades incluso van más lejos, como de forma periódica ocurre por ejemplo en Lalín, donde se sustraen también piezas de bronce u otro metal. En Lamela, con un censo de apenas 240 personas, esa preocupación se abordó en una asamblea vecinal y, con la aquiescencia del párroco, se decidió cerrar con llave las 24 horas del día ese recinto hace ahora más de dos años. Y solo tienen copia los propietarios de los alrededor de noventa panteones de su interior.

En Lamela se da la paradoja de que se pueden visitar las sepulturas situadas alrededor de la iglesia con total libertad de movimientos, pero para hacerlo en el camposanto nuevo —que ya vivió una ampliación— se requiere ser dueño de algún panteón o conocer a alguno de los poseedores de la llave. Aunque, en la mayoría de los casos, tanto familiares como amigos conocen ese trámite previo, también hay quien no dispone de esa información y se desplaza para rendir tributo a sus difuntos. En ocasiones con esa desagradable sorpresa de quedarse sin hacerlo, quizás acostumbrados a que la inmensa mayoría de estos recintos en Galicia están abiertos desde la mañana a la noche.

Al día en las cuotas

«Cada vecino con panteón tiene su llave y si vienes de fuera sin saberlo te toca buscar a alguien que abra», explica Alfonso Villar, el actual presidente de la Asociación de Veciños de Lamela. Aunque la decisión de cerrar el camposanto se tomó antes de que ocupase el cargo, él mismo participó en la asamblea donde se adoptó la medida, que a nivel particular no comparte. Pero hubo mayoría a favor. Aun así, no todos los dueños de nichos tienen llave: si no se está al día en el pago de la cuota anual por el mantenimiento del recinto, también toca buscar a alguien que haga de portero. Eso sí, son una inmensa minoría, pero alguno hay a pesar de la módica cifra de diez euros a abonar.

El dinero recaudado se destina a contratar a una persona encargada del mantenimiento del recinto, desde cortar la hierba a limpiar y controlar el funcionamiento de los servicios. Un camposanto nuevo donde ya no hay sepulturas en tierra, todo son nichos en altura. Cuenta con un cierre perimetral pero algunas voces remarcan que, si alguien quiere entrar a «hacer mal», puede porque tampoco cuenta con una gran altura que salvar para acceder al interior.

Una opción socorrida ante la duda de encontrarse la puerta cerrada sin duda pasa por acudir a la floristería. Esta parroquia silledense cuenta con una, pero nadie les dirigió ninguna consulta aunque hayan oído algún caso de personas venidas de Santiago. Este puente de Todos los Santos hubo más movimiento y por tanto ventas para el establecimiento, acercándose a cifras previas a la pandemia. Pero esa es otra historia, de flores que estarán marchitándose en ese cementerio silledense. Otras no llegaron a colocarse por culpa de una llave.