El abandono arruina un bloque de 44 pisos en Silleda

P. V. LALÍN / LA VOZ

SILLEDA

Con apariencia exterior casi normal, dentro es como una cloaca en deterioro y desmantelada

11 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Silleda vivió el bum del ladrillo con vigor. También lo que llegó después tuvo las correspondientes secuelas. Algunas las sufren los que invirtieron y se quedaron con pisos en esqueletos inhabitables y otras las padece toda la sociedad, porque muchos valores inmobiliarios pasaron a ser económicamente nocivos y tras las quiebras empresariales y los embargos bancarios acabaron en el Sareb, la sociedad anónima de gestión de activos procedentes de la reestructuración bancaria, que es 55 % capital privado, pero el 45 % es público.

En Silleda y Lalín el Sareb tiene a la venta publica una veintena de pisos. Pero este banco de valores tóxicos tiene mucho más patrimonio que salpica a todos los ciudadanos. Igual que ocurre con elementos del acervo público que en Silleda tiene como ejemplo sangrante el cámping de Medelo, en lo que fue capital privado y trata de salvar el apoyo de la Administración también Silleda tiene ejemplos notables, aunque uno sobresaliente: un bloque de 44 pisos, a unos centenares de metros salida hacia O Castro, en Avenida da la Estación.

La crisis dejó varado aunque prácticamente acabado el inmueble que como recuerda en pasado el rótulo todavía en el ladrillo del bajo exterior «Construye, promueve, vende Obras Técnicas de Galicia SL, Obratec, empresa creada en Silleda en 2003».

Tiene cuatro pisos, bajo y sótano con sus correspondientes 44 plazas de garaje. Exteriormente el bloque muestra ausencia de inquilinos pero da pocos indicios de lo que encierra dentro y menos de la pérdida patrimonial que conlleva un lustro de abandono, pese a tener gestores para su salida al mercado, la citada Sareb. Como en Medelo, debe haber responsabilidades en la pérdida de patrimonio y descontrol de fondos públicos aunque sea en rescatar inversión privada.

El inmueble tiene un patio interior espectacular, como aparente corrala castellana, de vida comunitaria propiciada por esa estructura constructiva y habitacional, al que dan corredores circulares en las cuatro alturas de donde salen las puertas de todos los pisos de dos o tres dormitorios, dos baños, salón cocina,... Ahora es territorio de okupas, aunque sea solo de visita, para desmantelamiento, de grafiteros y de uso temporal puntual. También de palomas y otros seres que colonizan todo aquello que deja al abandono el hombre.

Casi acabado el edificio, con algún piso vendido y con inversiones particulares en su momento, ahora se desmorona en su pintura y su escayola, con el abandono de quien debe velar por que no se deprecie, y con ayuda de la acción de los depredadores que se llevaron equipamiento eléctrico y todo elemento de valor.

Mantiene cierta presencia exterior, pero dentro es una cloaca con entrada lateral forzada en el garaje y muescas del intento de entrar en la endeble puerta principal que resiste intentos de forzado. La recuperación parece todavía asumible. El día a día acabará dejando su estado solo acto para el derribo y, entonces, los responsables de velar su valor serán todavía más responsables de su desinterés patrimonial.