Francisco Rubia: «Hay un patrimonio que si no se cuida desaparece y luego lo añoramos»

LALÍN

Hoy recibirá en el Pazo de Liñares de Lalín el Premio de Honra del SED
12 feb 2025 . Actualizado a las 13:35 h.Francisco Rubia Alejos, (Mugardos, 1950), recibirá hoy en el lalinense Pazo de Liñares, al que tantos artículos dedicó, el Premio de Honra del Seminario de Estudos do Deza en un acto que tendrá lugar a partir de las 20.00 horas y en el que se presentará el anuario Descubrindo número 17.
Historiador concienzudo e infatigable, Francisco Rubia, recibió con «gran satisfacción y una gran alegría» la noticia de un galardón en una tierra que también considera suya después de tantos años residiendo en Lalín. Después de tanto tiempo trabajando, comenta, «es muy bonito que alguien se acuerde de uno».
A la capital dezana, cuenta, «me vine a trabajar en el verano del 89 después de recorrer muchos lugares como Paderne, cerca de Betanzos, o Ponteceso en la Costa da Morte. Allá donde estuve, siempre estuve trabajando e investigando».
Ese afán le viene desde muy joven. En Paderne, apunta, «ya era aficionado a la heráldica y en Betanzos tuve el honor de conocer a Don Francisco Vales Vilamarín que era secretario de la Real Academia Galega. Era amigo de la familia y yo, aunque era un mozo, ponía oído, porque este hombre sabía muchísimo. Había sido también secretario personal de la Condesa Pardo Bazán, y me contaba muchas cosas. Todo lo que decía era interesantísimo».
De él aprendió e hizo suyas algunas de sus máximas. Una era que «en temas históricos hay que utilizar las fuentes documentales. Eso es fundamental». A estas se añadían, entre otras, la de «escribir con rigor y evitar siempre el plagio, algo que en aquel entonces era bastante corriente y que él consideraba un delito».
Rubia Alejos cuenta que «tuvimos bastante relación. Yo era un joven y a mi padre le gustaba también mucho la genealogía, sobre todo la familiar, y es posible que ese aspecto también influyera bastante».
Destaca el afán de enseñar de Vales Vilamarín con el que llegó a realizar varias salidas y que sirvieron «para despertar en mí un interés que igual no era muy propio para mi edad». Recuerda que «cuando estaba en Paderne iba a visitar escudos que no estaban resueltos». Este mundo junto con el afán de la lectura le influyó y luego lo fue desarrollando con otras actividades.
En Lalín el primer volumen del Descubrindo se editó en el año 1999. Pero años antes se celebraron reuniones previas, explica, convocadas «por la alcaldía que ostentaba José Crespo, y el concejal de Cultura, que era en aquel entonces Román Rodríguez».
Inspiración
El Anuario, apunta, «se inspiró en una publicación que comenzó en el año 1948 bajo el título de Anuario Brigantino. El director era Francisco Vales Vilamarín. Fue tal vez el primer Anuario que se publicó. Tuvo una corta andadura pero fue como una guía a seguir». «Inspirados en el, se decidió comenzar a publicar el Anuario», indica.
Hubo algunas reuniones previas, un par de ellas celebrada en el Pazo lalinense de Donfreán donde reside Rubia con su familia, y recuerda que «no éramos muchos pero estábamos muy entusiasmados». Suponía adentrarse en el territorio de la investigación en la zona y que ya había sido objeto, apunta, «de grandes estudios por parte del seminario de Estudios Gallegos que realizó en Deza su trabajo estrella, pero que aún estaba virgen».
En el primer volumen del anuario Descubrindo, relata, «creo recordar que habíamos participado 19 personas y fue, en cuanto a presentación y tamaño, uno de los mayores que había en Galicia. En aquel entonces no se hacían anuarios en los concellos, aunque había algunos como la Revista Cátedra de Estudios Eumeses que llevaba ya unos años publicando y continúa». El dezano, comenta, «promovido por el Concello de Lalín fue una referencia para otros muchos».
«Yo creo que la historia se forma de las historias locales, en buena parte, y eso creo que había que cuidarlo. Hay un patrimonio que si no se cuida desaparece y después lo añoramos. Dicen que nunca se echa de menos una fuente hasta que se seca o que el patrimonio no se valora hasta que no se tiene. Todas esas aportaciones que se hacen me parecen interesantísimas y esa era otra cosa que decía Francisco Vales, que era que en todos los trabajos había que hacer aportaciones», añade.
Aportaciones inéditas
Tras décadas dedicado a la investigación son incontables los trabajos publicados. El último con la revista Cátedra, en la que es asiduo autor, versa sobre el patrimonio desaparecido en el monasterio de Caaveiro. En él realiza dos aportaciones inéditas que traían de cabeza a los investigadores «una era sobre el artesonado mudéjar y del que no existían fotografías ni el menor comentario. Decían que era copia del que tenía el Palacio de los Andrade en Pontedeume pero nunca se había estudiado» y «yo tenía fotografías».
Y la segunda era sobre unas pinturas muy valiosas de las que hablaban los historiadores pero de las que nada se sabía. Cuenta que «hubo un señor apellidado Yáñez que hizo la tesis doctoral sobre Caaveiro y cuando toca el tema de las pinturas dice que encargó a un equipo de Patrimonio a ver si encontraban restos. Lo miraron todo pero no existían ningún vestigio y yo había hecho la fotografía». La primera vez que las encontró «fue de noche con una linterna». Hizo las imágenes en blanco y negro con la intención de regresar y fotografiarlas en color pero cuando volvió «lo habían picoteado todo, habían picado la piedra supongo que con un objeto contundente y lo deshicieron por completo». Sus fotos fueron el único testimonio.
Muchos de sus trabajos se publicaron en prensa. Un medio que, confiesa, «me parece muy adecuado y más próximo para poner en valor el patrimonio y acercarlo a la gente». Son muchísimos e imposibles de enumerar tanto sus méritos como sus hallazgos. Es, entre otros, académico de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, miembro co fundador de la Asociación de Genealogía Heráldica y Nobiliaria de Galicia, uno de los miembros fundadores del SED y el primer heraldista de la comarca de Deza, recibiendo el Premio Avelina Valladares. En la actualidad continúa en plena actividad con numerosos estudios en cartera. Recuerda con cariño la serie de los pazos realizada junto con César Gómez Buxán, publicada en La Voz de Galicia y que se recopiló en el libro Pazos y Moradas Hidalgas del Deza. Tiene ahora libros y trabajos pendientes de publicar sobre la evolución arquitectónica del pazo de Donfreán y otro sobre la casa rectoral de Vilatuxe.
Aunque realizó numerosas publicaciones sobre el Pazo de Liñares, asegura que «tengo aún mucha documentación pendiente en la que trabajar» y echa en falta una recopilación detallada de todos los moradores del pazo. En Donfreán le sigue ocupando la ingente labor de estudiar el archivo que se guarda en el pazo en una gran alacena empotrada con 27 cajoneras.