Eva Asorey y Luisa Canda pusieron en marcha hace más de veinte años su propio negocio de estética: Bucle,s. Un reto profesional y personal que ahora comparten con una compañera muy especial
30 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Con 27 años de edad y una hija de dos, Eva Asorey decidió junto a su socia Luisa Canda abrir su propia peluquería en Lalín. De eso hace ya casi 22 años, el negocio, que recientemente cambió de ubicación, ahora va sobre ruedas y se le ha sumado su hija Lara que trabaja en la sección de estética, haciendo manicura, pedicura y maquillaje. Pero para llegar hasta donde se encuentra ahora, Eva ha tenido que caer y volver a levantarse.
Sus primeros pasos fueron en Barcelona donde se formó, después tuvo que volver a Lalín porque «había que empezar trabajar», y decidió crear con la ayuda económica de sus padres su propia peluquería, que llevaría su nombre. El negocio se mantuvo a flote durante dos años, pero no tuvo más remedio que dejarlo atrás debido a complicaciones económicas y se vio obligada a buscar trabajo en otro establecimiento. Pero por algo es popular el dicho no hay mal que por bien no venga.
Cruce de caminos
Probablemente lo último con lo que esperaba toparse Eva en su nuevo trabajo, sería una compañera con la que estaría el resto de su vida laboral y una gran amiga. Asegura que con Luisa siempre ha tenido una relación muy sana y de gran entendimiento. «Nunca tuvimos problema ninguno, ni discusiones, siempre llegamos a un acuerdo», afirma alegre. Por su parte, Luisa no se atreve a dar una valoración de su relación con Eva. «¿Qué si me llevo bien con ella?, mejor lo digo cuando no esté delante», bromea.
Eva y Luisa estuvieron trabajando codo con codo durante cinco años en esta nueva peluquería hasta que llegó un punto en el que debían tomar una decisión: o se hacían cargo del negocio tras la jubilación de la dueña o abrían una propia. La segunda resultó ser la opción más correcta.
Así, en el 2022 las dos amigas pusieron en marcha la Peluquería Bucle’s, que mantiene su nombre desde entonces. El día de la inauguración fue inolvidable, no solo por la aventura en la que se embarcaban, sino también por la coincidencia en las fechas con el hundimiento del buque petrolero Prestige. Una catástrofe que, como a toda Galicia, les marcó profundamente y vivieron de cerca. El padre de Eva, Luis Asorey, formó parte de los miles de voluntarios que se afanaban en sacar el fuel de la costa ayudando con su camión. Precisamente por ello, el día de la inauguración no pudo acompañarlas.
Desde los comienzos, el negocio tuvo buena acogida. «Vino mucha clientela de la otra peluquería», afirma. La trayectoria del establecimiento se mantuvo muy sólida con el paso de los años pero solo tenían un problema: la ubicación.
La peluquería se encontraba no muy lejos de donde se ubica ahora, pero en un sitio en el que el negocio no era claramente visible para los viandantes. «Había un cartel fuera, pero si pasabas sin fijarte no la veías», asegura. Por lo tanto, hace tres años las socias de empresa decidieron trasladar su local a la Rúa Penatoares 9, donde se encuentra actualmente. Ahora el negocio es perfectamente visible debido a su gran cristalera que sirve de escaparate y el nombre serigrafiado en el ventanal. «Ahora pasas y ves la peluquería, en el otro lado no era así», reflexiona. Lo nota precisamente porque los propios vecinos se lo comentan. «Había gente que vivía cerca y no nos conocía», asegura. Además, ahora el negocio es muy lúcido gracias a los tonos blancos de las paredes, los muebles y el contraste del color de los asientos negros y los sofás.
Aún así, ella no guarda un recuerdo tan grato de la inauguración del nuevo local, ya que nos encontrábamos en plenas restricciones por la pandemia de covid. Una situación que afectó duramente al sector de la peluquería, viéndose obligadas a cerrar indefinidamente. Después, pudieron volver a abrir pero las medidas que tenían que implantar afectaron sensiblemente. «Se notó mucho, teníamos una larga lista de espera, porque teníamos que estar como mucho, nosotras dos y otras dos clientas, nada más», recuerda.
Segunda generación Asorey
Tras la pandemia la peluquería tuvo una nueva incorporación, la hija de Eva, Lara Fernández, quien comenzó a trabajar en la sección de estética hace dos años después de estudiar en Ourense durante varios años y hacer dos cursos en Madrid. Desde el principio, ella tuvo claro que era su pasión. «Desde pequeña me maquillaba y me hacía las uñas yo sola», recuerda la joven de 24 años. Afirma sentirse «muy a gusto» trabajando con su madre.
Esta nueva sección de Bucle’s ha resultado ser una ampliación perfecta. «Los que van con Lara, después me conocen a mí y viceversa», afirma la madre de la esteticista. Una expansión aún más grande del negocio no es una idea que le convenza mucho a las jefas, ya que para ello se necesita más personal y con el que disponen ahora mismo se sienten muy cómodas.
De todos modos, la jubilación de las compañeras llegará tarde o temprano. Luisa, que llegó a estudiar el primer año de magisterio pero decidió dar un giro a su vida y dedicarse a la peluquería, está cerca de la edad del retiro , aunque no se plantea dejar las tijeras y el secador en un tiempo. «De momento no quiero jubilarme, ya lo pensaré», afirma.
Tras muchos años de esfuerzo, la peluquería goza de cierta salud económica, una demanda de clientes que se nota especialmente en vísperas de las fiestas de Lalín y la Feira do Cocido y un ambiente de trabajo inmejorable que muchos desearían tener en sus oficinas.