Un lalinense emprendedor cuya bonhomía dejó huella

La Voz LALÍN / LA VOZ

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08 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado domingo, amigos, familiares y vecinos decían adiós a un lalinense emprendedor recordado por su bonhomía. Jaime Gil Madriñán, el tercero de siete hermanos, nació en la Casa de Reboredo de la parroquia lalinense de Filgueira. Responsable, amable y alegre, desde los 10 años desempeñó un papel fundamental en su casa ayudando a su madre a cuidar de sus hermanos.

Con 17 años, en 1952, se trasladó a Lalín para regentar junto con su hermano Jesús el conocido bar López. En la panadería de enfrente, recuerda su nieto Jaime, conocería a la que fue el amor de su vida: Fina Nercellas González con la que pasó 66 años como inseparables. Tras conocer a su mujer se unió a su cuñado para desarrollar el negocio familiar: la panadería Candingas o panificadora Lalín, un referente en el sector en la comarca. Durante esos años llevó a cabo otras actividades empresariales vinculadas a la apicultura y la compra venta de fincas e inmuebles con el desarrollo de la urbanización de Ciudad Jardín en 1974.

Su gran pasión fue la familia y sus aficiones: la apicultura y el tiro al plato. Ejerció de padre con sus hermanas, sus hijos y también con su nieto. Este destacaba que a lo realmente Jaime Gil Madriñán siempre le dio importancia toda su vida y así lo transmitía fue que «hay que ser boa persoa». Su nieto lo describe como amigo de sus amigos, hombre de palabra en la vida y en los negocios, que ayudaba sin pedir nada a cambio, sonriente, trabajador incansable, respetuoso, amable y conciliador. Falleció el día 2, a las 23.54 horas, el mismo día en el que cumplía 87 años.