La memoria de la juventud en Los Sauces

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

LALÍN

miguel souto

La antigua sala de fiestas lalinense abandonada guarda los recuerdos de varias generaciones

19 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Una bandeja sobre una mesa y los restos de las guirnaldas en el techo aún recuerdan en la antigua sala de fiestas Los Sauces de Lalín aquellas fiestas de juventud de un tiempo pretérito, que guardan aún vivo en la memoria varias generaciones de lalinenses y de vecinos de la zona. Para los que vivieron aquellos dorados años 70 seguramente estas imágenes, que reflejan unas instalaciones abandonadas y deterioradas, les devuelvan las melodías de una época, las miradas de las que se enamoraron un día, las risas, las confidencias y todo aquello que forman parte de los años intensos y felices de la juventud. En la actualidad, el Concello de Lalín quiere comprar la propiedad para convertirla en un parque urbano.

Daniel González Alén, cronista de Lalín, cuenta que Los Sauces, cree que llamada así por dos árboles de esa especie que había en la entrada, «naceu ca idea de montar alá polos anos 60 unha granxa de galiñas ou de pitos, pero coido que non chegou a funcionar». Al dueño, que era «Alfonso Rodríguez coñecido como Alfonso da Meiriña, que foi presidente do PP nos anos 80 cando se fundou o partido, ocurríuselle por alí un negocio de sala de festas», explica. Fue, apunta González Alén, la segunda que hubo en Lalín después de la Xalvi, ubicada en los bajos del Casino que ya cerrara. El nombre nació de la unión del de sus propietarios Xabier y Servando Vidal, que tenía una gasolinera. Allí, cuenta González Alén, se llegaron a hacer las primeras fiestas del Cocido.

Poco después de abrir Los Sauces o casi al mismo tiempo llegaron los Campos de Venezuela y montaron, recuerda el cronista lalinense, la sala Campos y un cine. De 1971 era la fecha de la licencia de la sala Campos.

Ambas salas competían en traer las actuaciones más notables. El propietario de Los Sauces reconvirtió en su momento aquellas instalaciones que iban a ser una granja en una sala que acogió bailes los fines de semanas, más los domingos que los sábados, que en aquellos primeros años de los 70 aún no estaban institucionalizados como día de descanso. Las instalaciones tenían capacidad para mucha gente y la zona de alrededor no estaba urbanizada, con lo que no había problema de que el ruido provocara quejas de vecinos. A la sala de fiestas, sigue relatando González Alén, acudían jóvenes de Lalín y «de toda a contorna».

A finales de los 80, principios de los 90, indica, tres socios montarían la discoteca Paladium en una casa que había sido de los Meiriña en Lalín de Arriba y que ahora está en venta también.

Una casa, señala el cronista lalinense, «bastante notable» de la que se decía que estaba hecha con las piedras de la antigua torre de Lalín. La casa, apunta, «foi feita 1846 o mesmo ano que se desfixo a torre de Lalín» y tiene un escudo. Alfonso, apunta González Alén, debió tomar el apodo de Meiriña de su madre «que debeu ser filla do xuíz Meiriño da torre» y «seguramente lle quedou o de Meiriña e pasou aos fillos».

El juez, señala, «era unha persoa moi importante que impartía xustiza na torre». De ahí que cree que posiblemente cuando se deshizo la Torre, propiedad de los Condes de Lemos, la familia pudiera aprovechar al menos parte de esas piedras.

Pese a ser en su momento presidente del PP, apunta González Alén, no tuvo más cargo político que ese. Su hermana Trini, señala, «tivo unha farmacia moitísimos anos na esquina da Casa do Ferrador, fronte ao Cine Balado. O edificio era importantísimo, foi parada de carrilanas, tiña mesón e pousada». Ni Alfonso ni su hermana, comenta González Alén, se casaron ni tuvieron descendencia y la propiedad pasó a otros familiares.

Sonada actuación de Los Diablos

En aquellos años en los que el desarrollo se iba dejando ver en una España en la que comenzaban a apuntarse aires nuevos, iban cambiado las costumbres sociales y la música. Lalín no fue una excepción de aquella corriente y las dos salas de fiesta competían por traer las actuaciones más sonadas. Daniel González Alén recuerda un Fin de Año la de Los Diablos en Los Sauces. En ese momento el grupo estaba en pleno apogeo y venía siendo la versión española de The Beatles. La actuación aprovechó una turné por Galicia. La Campos también trajo, apunta González Alén, artistas y actuaciones de renombre en aquellos años recordando la de Antonio Molina.

Con el tiempo, de las salas de fiesta se pasaría a las discotecas. Una de ellas fue la Civeyvi, de Antonio Civeira, también retornado de la emigración que la montaría en la rúa Principal donde un día estuvo el Cine Español, donde hoy están las galerías Pelayo y finalmente se abriría en Lalín la discoteca Krakatoa, que tomó su nombre del volcán de Indonesia homónimo cerrando sus puertas en octubre de 1997 tras unos veinte años de existencia y que fue el escenario de las fiestas y salidas de juventud de las siguientes generaciones de lalinenses.

La Krakatoa «abriuna Jesús Vence no hotel Palacio e foi a que lle quitou clientela a todos e quedou un pouco co monopolio». El local puso de moda, entre otras cosas, las fiestas de aniversario temáticas y de Carnaval que llegaron a ser toda una institución en la zona. La sala Los Sauces, calcula González Alén, funcionó algún año de finales de los 60 y durante la década de los 70.