Cursar esta modalidad de excelencia es voluntaria pero exige un esfuerzo extra. Entre otras cosas, asistir a las reuniones y encuentros que, en este caso, se suelen desarrollar los lunes por la tarde, además de llevar a cabo toda esta serie de investigaciones y trabajos.
Natalia Fernández destaca que es complicado, sobre todo, con los de segundo de Bachillerato, encajar los posibles días de visitas a la Universidad de Santiago, por ejemplo, con la disponibilidad de los docentes universitarios. Pesa la agenda de unos y los días de exámenes de otros y no siempre es fácil compaginar las actividades. Más aún teniendo en cuenta de la intendencia que lleva consigo desplazar al grupo hasta la capital gallega, en este caso.
En este Bachillerato de excelencia, los estudiantes aprenden a trabajar de otra manera, más enfocada a la forma en la que se lleva a cabo en la Universidad. Durante la pandemia, la imposibilidad de desplazarse impidió muchas salidas que de otra manera se llevarían a cabo y que se fueron supliendo por iniciativas telemáticas. Los alumnos de este tipo de bachillerato tienen en común su pasión por las ciencias, algunos ya con vocaciones muy marcadas, y son muy buenos estudiantes.