Los investigadores del IES Aller Ulloa

Rocío Perez Ramos
Rocío ramos LALÍN / LA VOZ

LALÍN

Miguel souto

Los alumnos de Stembach ultiman sus proyectos de fin de curso

15 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En el curso 2018-19, un grupo de nueve estudiantes del instituto Aller Ulloa de Lalín iniciaron, de forma pionera, Stembach, el bachillerato de excelencia en Ciencias y Tecnología que se estrenó en el centro. En los últimos años con la pandemia por el medio, este tipo de Bachillerato se fue consolidando y este año son 21, los alumnos que lo cursan. Son 10 en primero y 11 en segundo.

En este 2022, el final del curso se adelanta y a estas alturas, los alumnos de segundo apuran sus trabajos de investigación que serán expuestos y evaluados. Acaban el 18 y explica la coordinadora del Stembach del centro y profesora de Biología, Natalia Fernández, «los expondrán la semana siguiente ante un profesor de microbiología de la Universidad de Santiago que se desplaza para ejercer de tribunal». Será el mismo, explica, que los evaluó otros años.

Estos trabajos se pueden realizar de forma individual o en grupo y los estudiantes tienen que defenderlo como si de un proyecto de fin de grado se tratara.

Este curso, un grupo presentarán una investigación titulada: A simbiose liquénica: unha estratexia de éxito, dedicado al estudio de los líquenes, sus tipos y la utilidad que tienen, entre otros aspectos. «Pasan bastante desapercibidos porque parece que no son seres vivos, pero si lo son y son unos microorganismos muy interesantes, apunta Natalia Fernández.

Este año se presentará también otro trabajo, que está haciendo un alumnos, sobre la Poliploida en humanos, estudiando trastornos genéticos. Una alumna eligió centrar su investigación en las resistencias bacterianas a los antibióticos y otro grupo tituló el suyo como A columna de Winogradski: un ecosistema en miniatura, basado en una experiencia que realizó un microbiólogo ruso que constituye un estudio de los microorganismos bacterianos que se dan en una muestra de suelo de lodo. Las muestras, explica Fernández, se recogieron en el lago del Pontiñas y los estudiantes analizaron los diferentes extractos que albergan comunidades bacterianas diferentes que viven sin oxígeno.

Los de primero están trabajando en diferentes cuestiones. Para ellos, al igual que para los de la ESO, el curso acaba este año el 8 de junio, mientras que otros años la evaluación se acercaba mucho más a la fecha de las vacaciones de verano que anda sobre el 21 de junio.

Esa semana del 6 al 8 y la siguiente, el Aller Ulloa recibirá a unos alumnos de biotecnología de Santiago, con monitores y alumnos universitarios que trabajarán con los primero de este Bachillerato de excelencia en la realización de un micromundo. Es un proyecto en el que ya trabajaron alumnos de cursos anteriores. En este caso «van a coger las muestras, realizar las siembras y a mirar los resultados».

A estas iniciativas se sumaron otras muchas. Natalia Fernández explica que «hicieron queso, pan y yogur». Además de «frotis de sangre» que consiste en examinar con un microscopio una muestra de sangre que se somete un tratamiento especial. Analizando en el laboratorio, entre otras cuestiones, el tamaño, la forma y el número de los diferentes tipos de células de la sangre.

A lo largo del curso, el trabajo en el laboratorio fue intenso y precisamente la investigación es uno de los ejes fundamentales de este Bachillerato de excelencia de Ciencias.

Dentro de esa labor, indica Natalia Fernández, los estudiantes llevaron a cabo múltiples trabajos y estudios. Entre ellos, «cultivos bacterianos o disecciones». El curso que viene los que están ahora en primero harán el trabajo de investigación.

La idea de Natalia Fernández es poder adelantar el año que viene esos trabajos de fin de curso y que, apunta, «puedan estar ya en marzo, por ejemplo». El objetivo es reducir el agobio que los de segundo tienen en este último curso de Bachillerato que ya de por sí es muy intenso, a lo que se suma la presentación a las pruebas de acceso a la universidad que aumenta el estrés.

Cursar esta modalidad de excelencia es voluntaria pero exige un esfuerzo extra. Entre otras cosas, asistir a las reuniones y encuentros que, en este caso, se suelen desarrollar los lunes por la tarde, además de llevar a cabo toda esta serie de investigaciones y trabajos.

Natalia Fernández destaca que es complicado, sobre todo, con los de segundo de Bachillerato, encajar los posibles días de visitas a la Universidad de Santiago, por ejemplo, con la disponibilidad de los docentes universitarios. Pesa la agenda de unos y los días de exámenes de otros y no siempre es fácil compaginar las actividades. Más aún teniendo en cuenta de la intendencia que lleva consigo desplazar al grupo hasta la capital gallega, en este caso.

En este Bachillerato de excelencia, los estudiantes aprenden a trabajar de otra manera, más enfocada a la forma en la que se lleva a cabo en la Universidad. Durante la pandemia, la imposibilidad de desplazarse impidió muchas salidas que de otra manera se llevarían a cabo y que se fueron supliendo por iniciativas telemáticas. Los alumnos de este tipo de bachillerato tienen en común su pasión por las ciencias, algunos ya con vocaciones muy marcadas, y son muy buenos estudiantes.