Para el entrenador del Balonmán Lalín la derrota ante el Lanzarote en el Arena tiene una causa clara: los errores propios, especialmente en el ataque, donde la falta de precisión evitó que la victoria se quedase en tierras dezanas. «Foi un partido con moitas alternancias, pero castigámonos a nós mesmos cos nosos propios erros», señala Pablo Cacheda.
Esos fallos fueron habituales a medida que pasaban los minutos, lo que, junto a la calidad de los insulares, impedían a los rojinegros sentirse cómodos ante su público. «No primeiro tempo non houbo nada salientable, pero comezamos a ter moitos erros no lanzamento e iso foi quitando confianza, o que nos levou a realizar as accións ofensivas con dúbidas», explicó el técnico lalinense, que también detectó «problemas para defender as individualidades» de los lanzaroteños en el segundo período. No obstante, considera que «non é nada alarmante», valorando de manera positiva el desempeño de los suyos atrás, especialmente de Tomás, que cuajó una nueva gran actuación.
En relación a las dificultades para materializar las acciones de ataque, Cacheda considera que se dieron condicionantes parta que ocurriese, dando a entender que no es una situación preocupante. «Hai que ter en conta que Roberto non entrou e Pachi xogou poucos minutos pola lesión. Isto fai que adoezamos de lanzamento exterior, pero é algo puntual. Xa o dixen máis veces, o que me preocuparía de verdade sería que non provocásemos accións de un contra cero», reconoce.
Polémica
En el análisis del partido es imposible obviar una acción que pudo ser decisiva para el devenir del encuentro. A falta de 20 segundos para el final, un ataque del BM Lalín comandado por Javi Azurmendi acaba en el pie del contrario, pero el rebote le vuelve a él y consigue anotar gol, sin embargo, el árbitro señaló precipitadamente la infracción, en vez de aplicar la ley de la ventaja, con la que el Lalín podría haber rascado un punto. «Ao final do partido pediunos desculpas. Adiantouse a pitala porque quedaba pouco e así nós poderíamos sacar rápido», apunta Cacheda.